Matar al padre
Amor patris
Matar al padre, Amelie Nothomb. Editorial Anagrama. Barcelona, 2013. 136 páginas, 14,90 €
¿Quién es tu padre, quien te engendra o quien te hace su hijo? ¿Qué une a padre e hijo, un vínculo natural o motivos morales? En estas fechas especiales donde se celebra la filiación como acto divino y el reconocimiento paterno a través de su muerte y resurrección, es oportuno plantearse estas preguntas sobre uno de los asuntos más serios a los que, desde antiguo, se enfrentan las diversas culturas de la humanidad sin lograr darle una respuesta definitiva.
Una noche de 2010, Amélie Nothomb entra en la sala L´Ilégal disfrazada de Amélie Nothomb, con un gran sombrero negro que le impide pasar desapercibida, y se encuentra una escena curiosa. Un joven treintañero (Joe Whip) realiza lucrativas proezas jugando al póquer mientras un cincuentón atractivo (Norman Terence) lo vigila desde la barra con gesto torvo. Ambos son magos americanos de gran prestigio. Ambos son especialistas en conjurar los poderes del azar con artes no siempre nobles. De repente, la intrigada novelista se topa con una historia retorcida que le permitirá sondear las bases del gran enigma masculino de la paternidad.
Durante gran parte de esta novela sinuosa y brillante se nos cuenta la historia de Joe, hijo natural quinceañero de una promiscua vendedora de bicicletas de Reno (Nevada), que abandona el hogar materno el día en que la ausencia de padre reconocido se le vuelve intolerable. Ese mismo día, por un giro del azar o el destino, un hombre que no tiene ninguna cualidad singular le enseña en un bar el camino del éxito. Ese arduo camino pasa por llamar a la puerta de Norman, un mago prestigioso, ser acogido en su casa como un aprendiz, ganarse su confianza y robarle todos sus trucos y trampas. Norman no vive solo. Comparte casa y cama con una bella mujer, Christina, una escultural bailarina del fuego que pone en peligro su vida en un espectáculo con bolas ígneas y participando en festivales internacionales de malabaristas y acróbatas. Norman y Christina forman una pareja fascinante.
La relación entre Joe y Norman, su despreciado padre adoptivo, se vuelve hostil con el paso del tiempo. Una parte de ese antagonismo la genera el deseo sexual del adolescente hacia la compañera del mago. Un deseo compulsivo que va más allá de la carne y que se incendia en el instante sublime en que la ve bailar con el fuego en el escenario como una diosa resplandeciente. El joven Joe alcanza la mayoría de edad poseyendo el luminoso objeto de su deseo durante una noche en el desierto que parecería consumar un rito de paso ancestral. Joe abandona a continuación su nuevo hogar y se marcha a Las Vegas a correr suerte como croupier. A partir de ese momento, la historia da un giro radical y todo lo que aparecía bajo el prisma de la vida en devenir (y sus conflictos inevitables) se muestra ahora bajo un halo de premeditación, a la medida del plan maquiavélico diseñado por un misterioso personaje.
Es entonces cuando la narración de Nothomb se transforma, por arte de magia, en una perversa parábola sobre el patriarcado simbólico y la paternidad electiva como corolario antiedípico. Lo que hace de alguien padre o hijo de otro no es la genética sino un acto de voluntad y de aceptación mutua, el gesto arbitrario de elegirlo o nombrarlo como tal. Matar al padre, acto freudiano prototípico, es la consecuencia lógica del rechazo a la paternidad forzosa.
Sobre Juan Francisco Ferré:
Uno de los narradores más abiertos a las nuevas tendencias de nuestra literatura. Ganó el último Premio Herralde por su novela Karnaval. También es autor de Providence (traducida al francés y también publicada por Anagrama) o Metamorfosis. Es profesor de literatura en Estados Unidos.