Cristina e Iñaki charlan en la intimidad
Por Jorge Carrión
Cristina le cogió la mano, un indicio infalible de que estaba borracha.
– Escucha –dijo–, eres acojonadamente genial. Todo lo que has hecho, hasta lo más mínimo, nos ha ido bien. Mira dónde estamos. Todo ha sucedido tal como tú habías previsto. ¿Qué clase de idiota sería no si no confiara en ti?
Iñaki se llevó los dedos de Cristina a los labios y cerró los ojos.
– ¿Qué pasa? –dijo ella.
– Se lo contó todo. Incluso mientras hablaba, no podía dejar de pensar en no contárselo, en algún modo de mantenerla a oscuras. Cristina abría mucho los ojos. Se echó a llorar cuando Iñaki dijo todo lo que creía que debía decir.
– ¿Lo van a descubrir? –dijo Cristina– ¿Te van a detener o algo por el estilo?
Existía la posibilidad, y probablemente existiría siempre. Y ella tenía que saber que si alguna vez llegaban a condenarlo, sus perseguidores dispondrían de amplísimos poderes. Podrían requisarle el dinero y las propiedades, las de ambos. Cristina negó con la cabeza.
– Me importa una mierda el dinero –dijo.
– ¿No te importa?
– No. Quiero preguntarte otra cosa. ¿Me has sido infiel alguna vez?
Y lo más increíble fue que Iñaki entendió al instante que la pregunta era coherente con lo que estaban hablando. Se levantó, pero mantuvo entre los dos la mesa del despacho.
– No –dijo con toda la solemnidad que le era posible. Se llevó la mano al corazón, que le latía de modo peligroso–. Nunca te he sido infiel, nunca te seré infiel. Si te perdiera, todo terminaría para mí. No me importa si me quitan todo lo demás. De verdad, no me importa.
Cristina rodeó la mesa, le echó los brazos al cuello, lo abrazó. Iñaki estaba temblando. Ella pensó en su padre, en todo lo que poseía su padre, en todo lo que nunca le podrían quitar, aunque en aquel momento no le diera valor.
– Gracias por no haberme contado nada –dijo–. En todo este tiempo, quiero decir. Qué peso habrás tenido que soportar. Sé por qué lo has hecho. Lo has hecho por nosotros. Y si quieres saber la verdad, estoy orgullosa de ti. Eres un hombre, Iñaki. Eres un hombre excepcional, por encima de todos. Que vengan a por nosotros. No pueden ni tocarnos.
Siguieron abrazados hasta que oscureció. Iñaki consiguió por una vez olvidarse de su suegro, de todo el poder de su suegro, de todo lo que ese poder y su suegro representaban, y se sintió invencible, como un mártir, un santo guerrero. Para él solo era malo lo que era malo a ojos de Cristina.
[Reproducción intervenida de un pasaje de Los privilegios, de Jonathan Dee, novela publicada por Anagrama, traducción de Justo Navarro, quien firma un epílogo ejemplar, la mejor reseña que de ese libro se podría escribir. Como era imposible superarla, he optado por un pequeño remake que evidencie que la disección del poder y del dinero y del amor que propone Dee es absolutamente universal.]
Sobre Jorge Carrión:
Novelista, profesor, gestor cultural, periodista, provocador o impenitente viajero, Jordi o Jorge Carrión es una de nuestros intelectuales más innovadores. Ha publicado la novela Los muertos (Mondadori, 2010) y numerosos libros de viajes o ensayos. Su penúltima obra es Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011) en la que analiza el fenómeno de las series de televisión. Acaba de quedar finalista del Premio Anagrama de Ensayo con Librerías.