Apuntes sobre Gabriel García Márquez
Por Recaredo Veredas
Nuestra cultura cree en la inmortalidad. Solo así se entiende el dolor y la sorpresa que causa la partida de un triunfador de 87 años. Si hubiéramos logrado una relación menos evasiva con la muerte, nos serenaría que García Márquez haya fallecido en paz, tras vivir a fondo durante casi nueve décadas. Ser agraciado con un desenlace digno, después de una vida plena, es un regalo de valor incalculable.
Con la escritura de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez plantea un soberbio atrevimiento, cuyo fracaso pudo haber arruinado su carrera: toma las turbias sagas familiares de William Faulkner, y su particular concepto del espacio, y los traslada hasta un trópico no muy distinto de los cenagales del Mississippi. García Márquez posee suficiente inteligencia para suavizar la muy difícil prosa del maestro sureño, haciéndola accesible para un público masivo, y para crear una trama torrencial, cuya épica no descansa hasta la última página. La crítica le adjudicó el título de creador del realismo mágico. No entiendo tal concepto. Lo de García Márquez es, simplemente, realismo, descripción de un mundo alucinado y alucinógeno y, a la vez, de plena coherencia. Su valentía desembocó en una obra maestra, escrita en un tiempo dorado para la literatura española y latinoamericana. Negar la calidad de esta novela es un acto decididamente snob, solo justificado por el miedo a ser asimilado a la masa. La popularidad de una obra de arte no modifica sus cualidades. Cien años de soledad fue rechazada por Carlos Barral en el reconocido como el mayor fallo de la historia de la edición. No es tan raro: desdeñó a un desconocido que escribió una obra arriesgada, a cualquier editor le podría haber ocurrido.
García Márquez también escribió una obra maestra del suspense: Crónica de una muerte anunciada. Una novela breve, pero indispensable para cualquiera que quiera aprender el difícil arte de la narrativa. Sus primeras palabras resistirán todos los siglos: El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana. El lector contempla la jornada de Nasar, quiere salvarle, pero sabe, como saben los espectadores del teatro griego, que cualquier intento está destinado al fracaso. Primero, porque no puede modificar lo escrito, por mucho que lo ansíe. Segundo, porque un narrador omnisciente le ha comunicado en la primera página el inapelable destino del protagonista. El título, y el registro, de esta novela enlazan con otra de sus grandes pasiones: el periodismo. García Márquez fue un excelente reportero en una época maravillosa para la profesión. Unos tiempos, ajenos a la inmediatez que concede internet, que valoraban la crónica larga y la mirada del autor sobre los hechos escogidos. Era el suyo un periodismo literario, pero atento a la verdad de la noticia y la calidad de la palabra. Una verdad siempre subjetiva, que él sometía al veredicto de la conciencia del reportero.
No ganó el premio Planeta, como sí hizo su mayor rival, Mario Vargas Llosa. No necesitó presentarse a galardones: el mercado siempre le quiso. Además tuvo la suerte de recibir el Nobel con extrema juventud (no era, en realidad, joven pero sí para el promedio de los galardonados). Su instinto para adaptarse a los tiempos hizo que, en un movimiento magistral, se situara en la frontera de lo literario y lo comercial. La manifestación de tal sabiduría es el fastuoso best seller El amor en los tiempos del cólera, una joya, romántica hasta la extenuación, adorada por lectoras de todo el planeta, que es, a la vez, una inteligente indagación sobre los límites de la vida.
Nunca abandonó su ideología izquierdista. La Iberoamérica en la que nació, creció y escribió sus mejores obras no es la emergente y democrática Iberoamérica actual. Era el patio trasero de los Estados Unidos de América. Muchos critican su amistad con Fidel Castro porque Fidel es un dictador. No lo dudo, pero su revolución supuso el único atisbo de esperanza de un continente tiranizado. Pronto se corrompió y se pervirtió, tal vez García Márquez debiera haber tomado medidas, pero, ¿por qué exigírselo a él y no a nosotros, que devoramos todo tipo de artículos de la terrible dictadura china?
Fue, en suma, un hombre valiente, listo y talentoso, cuya capacidad para narrar era equiparable a su fe ciega en sí mismo. Dones ambos que resultan imprescindibles para el éxito de cualquier escritor.
Sobre Recaredo Veredas:
Licenciado en Derecho. Máster en Edición. Reseñista en numerosos medios, como Quimera, ABC, The Objective, Política Exterior o Qué Leer. Profesor en la Escuela de Letras. Fundador, junto a otros, de Culturamas y creador de micro-revista. Autor de los libros de relatos Pendiente (Dilema Nuevos Narradores, 2004) y Actos imperdonables (Bartleby, 2013), del manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema, 2006), del ensayo No es para tanto (Silex, 2019), de los poemarios Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Nadar en agua helada (Bartleby, 2019 y de la novela Deudas vencidas (Salto de página, 2014).
A VECES ME PREGUNTO QUE TAN BUENO ES UNO, PORQUE A PESAR DE LOS ERRORES COMETIDOS SIEMPRE HAY UNA BRECHA DE ESPERANZA QUE NACE DE LOS CONSEJOS AÑOSOS DEL QUE YA VIVIO VARIAS DECADAS Y SABE BIEN DE CAMINOS SINUOSOS DE PIEDRAS Y ESPINAS,SABE TAMBIEN DE AMIGOS VERDADEROS Y DE LOS QUE ESTAN SOLO POR CONVENIENCIA SABE DE AMORES VERDADEROS Y METEJONES QUE SON SOLO CALENTURAS COMO LAS LLAMAMOS NOSOTROS , SABEN TAMBIEN CUANDO DECIS LA VERDAD Y CUANDO JUGAS CON LAS MENTIRAS,PERO POR SOBRE TODO ESTO SABEN QUE EN UN MOMENTO NO TAN LEJANO DEJARAN SU MARCA EN ESTE MUNDO ….RAFA EN HOMENAJE A GABO GABRIEL GARCIA MARQUEZ
Todos tenemos un recuerdo de García Márquez, al que leímos cuando éramos adolescentes románticos o jóvenes menos cínicos. Con tu permiso, Recaredo, invito a tus lectores a leer comienzo de seis de sus novelas http://cort.as/8qxM para recordar por qué le queremos tanto. Un saludo cordial