De repente llaman a la puerta

Por Jacinta Cremades

Etgar Keret, De repente llaman a la puerta. Editorial Siruela. Madrid. Traducción del hebreo de Ana María Bejarano, 202 páginas.

Cuentacuentos, guionista, profesor, pero sobre todo observador. El escritor israelí Etgar Keret (Tel Aviv, 1967) no pretende esconderse tras las mascaras de un personaje, ni que sus micro cuentos cambien el mundo, sino dar una imagen y que sean los otros quienes lo cambien. Eso es quizá lo que salta a la vista al leer De repente llaman a la puerta su tercer volumen de relatos breves publicado en España. En su país, es el libro que ha tenido más éxito y durante meses ha estado a la cabeza de la lista de los libros más vendidos. En Estados Unidos, ha sido seleccionado como uno de los mejores libros de 2012. Cuando salió la traducción de sus cuentos al árabe, después de muchas vicisitudes, no duraba ni un día en los estantes de las librerías. Un día Keret le preguntó a su editor si la traducción al árabe había tenido éxito y este le contestó que “o un éxito arrollador ya que sus libros no duraban nada en las tiendas, o ninguno ya que la Yihad los compraba todos para quemarlos”. Esa absurda situación, es la que Keret plasma en los 38 cuentos reunidos en De repente… El primero y el último tienen que ver con la función de escritor y sus extrañas consecuencias. El primer cuento, que da el título al volumen, pone al escritor contra la espada y la pared. O cuenta un cuento o le matan. De esta forma, Keret da entrada a la violencia con la que convive en su país en cualquier ámbito de la vida, incluso en el de la creación. El último, trata de la relación del creador con los mass media y no es casual que la televisión que entrevista al escritor israelí sea, en este caso, alemana. _var_www_web.imosver.com_public_html_imagenes_big_9788498_978849841835 La imagen que el lector saca de estos relatos es que vive en un mundo de locos, absurdo, entrañable y conmovedor. Su escritura es ligera como la vida, no se trata aquí de volver una situación “literaria”, sino de plasmar su esencia real. Etgar Keret está en la línea de Kafka o Kurt Vonnegut. Cuentos breves, en los que retrata momentos cotidianos que rompe con frases lapidarias. Keret consigue arrancarnos la risa cuando la situación debería hacernos llorar o, por el contrario, gracias a la imaginación de los cuentos infantiles, enfrentarnos a situaciones dramáticas.  Ejemplos de este estilo son el relato “Huevo sorpresa” en el que una mujer de treinta y dos años muere en un atentado suicida y su marido pide identificarla por el pie; o el relato del “Pez dorado” capaz de conceder tres deseos a su dueño para cobrar la libertad, aunque su dueño prefiere quedarse sin su tercer deseo para que el pez no le abandone y le libre de su verdadero mal: la soledad. El lector pasa de la risa al dolor y es fácil descubrir su propio sufrimiento en las imágenes de Keret. La soledad, la falta de amor en el matrimonio o fuera de él, la necesidad de soñar inherente a todo ser humano o las extrañas manías de cada cual aparecen aquí reflejadas como si fuera el espejo de nuestra propia alma.

Fotografía del autor de Barbara Zanon.

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Sobre Jacinta Cremades:

Doctora en Humanidades y Literatura Comparada por las Universidades de la Sorbona y Carlos III. Profesora en esta última y autora de una importante labor crítica y editorial en español y francés. Colabora con asiduidad con el suplemento El Cultural.

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