Días lúgubres, novela de don Pollón y Altramuz
Por Javier Moreno
Juan Sayagués, Editorial Alhulia. Madrid, 2013. 13 €, 168 páginas
Hay que ser un auténtico idiota literario para escribir un libro como este. Me explico: un idiota es por definición etimológica aquel que renuncia al mundanal ruido de la polis, a sus pompas y a sus obras. Se nota a propósito que quien escribe este artefacto literario no vive atento a la actualidad narrativa española (no sé si a la danesa, pues en Dinamarca es donde vive Juan Sayagués si hacemos caso a la picaresca nota biográfica que acompaña a este libro). Hasta el apellido del autor huele a heterónimo, a extinta lengua leonesa, a hápax de listín telefónico. No me fío. Podría muy bien ocurrir que Juan Goytisolo tenga un cómplice danés que haga los envíos desde ese gélido país con forma de apéndice europeo. Hay muchas cosas en común entre ambos autores, aparte del nombre. Los dos viven orgullosamente exiliados, los dos beben directamente de la tradición del Siglo de Oro español y, por si fuera poco, Juan Goytisolo firma la contra del libro con unas palabras introductorias. Por no hablar de que resulta bien sospechoso el manejo de lo más castizo de nuestra lengua en la pluma de alguien criado allende nuestras fronteras. Es una hipótesis disparatada, lo sé, pero es que las hipótesis son necesarias cuando uno se halla ante un fenómeno inexplicable.
La Novela de don Pollón y Altramuz (ese es el subtítulo de la obra) consiste en una sucesión de mamotretos dialogados (los citados Pollón y Altramuz junto al Dalai Lama son algunos de los muchos personajes que pueblan sus páginas), absolutamente carnavalesca, invertida no solo genéricamente. En ella el Dalai Lama defiende el derecho universal a sobrevivir a un holocausto nuclear en un mundo que solo habla el español o alguna de sus variantes (el Andaluz, el Chavacano y el Rioplatense), se sugiere la idea de crear un territorio exclusivo para los enanos (el país agraciado sería Groenlandia) y asistimos a la estrategia defensiva de una nación como Costa Rica que consiste en instalar una cabeza nuclear en el Museo de la Paz y amenazar con explosionarla si es atacada. Entre otras cosas.
Yo me he reído mucho con este libro, escrito no solo con mordaz inteligencia sino con un ingenio verbal difícil de encontrar en el panorama narrativo actual. He aquí al fin –para lo bueno y para lo malo- un escritor que no se parece en nada a lo que estamos acostumbrados, un escritor anacrónico e intempestivo. Las coordenadas estéticas y formales de Días lúgubres hacen inservibles la mayoría de las categorías que los críticos usarían para juzgar una novedad literaria. Yo no soy ninguna excepción. Reconozco mi debilidad por Aristófanes y Plauto y Rabelais y la tradición carnavalesca. Creo que el parangón más inmediato para Días lúgubres se encuentra en el Ubú Rey de Alfred Jarry. Don Pollón es tan histriónico, hiperbólico y tirano como el personaje francés. Ambos libros son eminentemente políticos (una política que es puro esperpento, que es cuando resulta más fácilmente reconocible). Y, en tercer lugar, algo que casi parece un guiño a la obra del autor francés, Polonia acaba siendo un territorio simbólicamente relevante en la obra de Sayagués. En fin, uno lee a Juan Sayagués (o quienquiera que sea) con la impresión de leer un extraño clásico. Esta novela es un misterio se mire por donde se mire. Y los misterios están para disfrutarlos.
Sobre Javier Moreno:
Uno de los narradores y poetas más valientes y con mayor calidad de página de nuestra literatura. Es capaz de tocar todos los géneros, desde la distopía a la autobiografía fragmentada.Sus dos últimas obras son el poemario Cadena de bísquedas (El Desvelo) y la novela 2020 (Lengua de Trapo).
He tenido la suerte de leer los mamotretos del caballero Sayagués.Troncharme de risa y admirar sus giros y picaresca bajo un prisma no apto para lerdos pueden ser los síntomas provocados. Un homenaje a la literatura clásica que salta a nuestro tiempo convulso para lubricar nuestras neuronas saturadas de imágenes y tertulias vacías de contenido.
Estamos ante una novela que, además de inteligente, exige inteligencia. Me alegra que ahora ande suelta en el mundo.