El último lapón
Por Ariadna García
Sorprende que en el programa de la última edición del festival de novela policíaca Getafe negro, al que ha sido invitada Francia por poseer una de las industrias editoriales más potentes de Europa, no se encuentre el escritor Olivier Truc, autor –a su vez– de una de las mejores novelas de investigación criminal publicadas en 2012, y que acaba de sacar Destino con una impecable y poderosa traducción de Joan Riambau Möller.
Truc es un periodista galo afincado en Noruega, desde donde colabora con Le Monde. Su trabajo de corresponsal en los países bálticos le ha proporcionado un profundo conocimiento de los distintos pueblos escandinavos. En su primera novela, El último lapón, se filtran tanto las culturas de esos países, como sus controversias históricas y la fascinación del novelista por el misterioso paisaje del Ártico. (Dice el narrador, a propósito del protagonista del libro: “estimaba que era indigno describir con palabras la naturaleza que lo rodeaba” p. 20.)
El boom de la novela negra nórdica nos ha traído una extensa lista de autores y obras de diversa calidad. El último lapón comparte con algunas la ambientación noruega, pero la mirada extranjera de Olivier Truc convierte a su relato en un testimonio fascinado del paisaje de Laponia, de las extremas condiciones de vida que padecen los samis, y de la sublime noche polar.
Precisamente, el libro se estructura en dieciocho días encabezados, cada uno, con una nota informativa sobre el periodo de insolación que tendrá cada jornada tras un mes de oscuridad completa. A medida que avance la lenta investigación de los crímenes y delitos que azotan el Círculo Polar, la insolación durará más tiempo; metáfora del esclarecimiento de los casos.
¿Y cuáles son los crímenes y delitos que desencadenan la acción?
El primero consiste en el robo de un tambor sami utilizado por los antiguos chamanes antes de la evangelización forzosa del siglo XVII. No se trata de un instrumento cualquiera, se trata del primer tambor devuelto a las tierras de sus antepasados trescientos años después de las persecuciones protestantes.
El segundo es el asesinato de un ganadero sami que, además, ha sido torturado.
¿Son dos casos independientes? ¿Quién se esconde detrás del robo: algún coleccionista de arte, un antiguo chamán, un padre luterano? Y detrás del asesinato, ¿qué hay, venganza?
La investigación corre a cargo de la policía de los renos, un cuerpo de jurisdicción trasnacional que vigila la tundra y media entre los samis de Noruega, Suecia, Rusia y Finlandia para evitar disputas por los pastos. El gran Norte Polar, despoblado y semi-desértico, comprende la región de Laponia, “donde los pasaportes y las fronteras no tienen demasiada importancia” (p. 99).
Klemet y Nina son los agentes policiales que protagonizan la obra. Él es un sami desarraigado. Se encuentra al margen de su pueblo porque pertenece a la primera generación de aborígenes que está abandonando la trashumancia y la artesanía. Pero tampoco se siente integrado en la vida civil noruega. Se sabe diferente. Ella acaba de ingresar en el cuerpo. Es una mujer con agallas que habrá de abrirse paso en un mundo rural, de hombres.
La investigación revela el precario equilibrio en que viven los samis y los noruegos. Así, el tambor robado se convierte en pretexto para que unos reivindiquen su identidad lapona, y otros ejerzan un mayor control sobre la minoría étnica. Pero las pistas nos llevan más allá. En principio, a un escenario de políticos, geólogos y agentes policiales corruptos; y después a una expedición por el Ártico a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, financiada por el Instituto de Biología Racial (de ideología pro-nazi), que aseguraba la superioridad de los escandinavos respecto a los lapones. Nuestra Historia reciente y una leyenda sami, transmitida de generación en generación durante siglos a través de cantos y poemas (los yoiks), nos conducen a un mundo de pesadilla en el que todo un pueblo pereció. Y si la policía de los renos no lo impide, la maldición volverá a repetirse. Hay gente interesada en que el pasado vuelva.
Olivier Truc ha construido una novela magnífica donde la investigación criminal cobra tanta importancia como la caracterización psicológica de los personajes, la descripción de una naturaleza inclemente, las lecciones de historia, los poemas orales y la denuncia del estilo de vida occidental. El último lapón es un alegato en contra de la discriminación, de los abusos y del capitalismo (el agotamiento de recursos, el recalentamiento de la Tierra). Un personaje soberbio, Aslak (un sami respetado y temido a partes iguales, amante de las tradiciones), abandera la cruzada contra el progreso: “Solían preguntarle porqué lo rechazaba. Aslak no entendía muy bien lo que éste significaba. Veía a otros ganaderos que hacían el mismo trabajo que él con motonieves, quads e incluso helicópteros, así como con collares electrónicos equipados con GPS. Para pagar todo ese material necesitaban grandes manadas, que a su vez requerían territorios enormes para pacer. Y todo ello provocando conflictos entre los ganaderos… ¿Eso era el progreso? ¿Convertirse en esclavo?” (p. 237).
Emparentada ligeramente con la premiada La isla de Bowen, de César Mallorquí (donde también se constata el esfuerzo de los cristianos por erradicar la cultura y religión de los pueblos del Ártico y se buscan yacimientos de minerales), El último lapón colmará las expectativas de los amantes de la novela negra, de los libros de venturas, de los episodios oscuros de la Historia y de la literatura popular.
Primera advertencia: no es una novela desechable. Al contrario, se relee con gusto. Abrir sus páginas es abrirse a una vida que transcurre en condiciones extremas y a una naturaleza fascinante.
Segunda advertencia: absténganse los amantes de la velocidad. Estamos en Laponia. Las tormentas de nieve remansan la acción. Para lectores de buen paladar literario.
Sobre Ariadna García:
Ariadna G. García ha publicado los libros de poemas: Construyéndome en ti (1997), Napalm (Hiperión. 2001), Apátrida (Hiperión. 2005) y La Guerra de Invierno (Hiperión. 2013). Ha ganado los premios Hiperión, Arte Joven de la Comunidad de Madrid e Internacional de Poesía Miguel Hernández. También ha preparado la edición de las antologías Veinticinco poetas españoles jóvenes (2006), Antología de la poesía española (1939-1975) (Akal. 2006) y Poesía española de los Siglos de Oro (Akal. 2009). Ha traducido (en colaboración con Ruth Guajardo) el libro Vivo en lo invisible. Nuevos poemas escogidos, del escritor Ray Bradbury (Salto de Página. 2013). Ejerce la crítica literaria en diferentes medios. Mantiene un blog: El rompehielos.