Entrevista a Jon Bilbao
Después de Padres, hijos y primates, novela con tintes apocalípticos que evoca al gran Cormac McCarthy y que fue reconocida con el premio Otras Voces, Otros Ámbitos, Jon Bilbao (1972) regresa a la ficción con Shakespeare y la ballena blanca, excelente novela en la que aparecen el célebre dramaturgo y el mítico animal de Melville.
A bordo del Nimrod, galeón británico que navega rumbo a Dinamarca, viaja Shakespeare con una compañía de teatro para representar algunas de sus obras ante la corta danesa. En él también se encuentran viejos soldados de la Armada Invencible, marineros curtidos en rutas peligrosas y Henry Wriothesley, conde de Southampton y confidente del dramaturgo. Durante la travesía se topan con una enorme ballena blanca que perturbará su viaje y avivará la imaginación del escritor.
A través del chat del Facebook, le planteo al autor algunas cuestiones.
La narración oscila entre la novela de aventuras y la metaliteratura, con ese Shakespeare cavilando todo el tiempo en cómo trasladar la travesía del Nimrod, y su encuentro con la ballena, a un escenario. No sé si tenías claro desde el principio esa estructura.
La idea original era: qué habría sucedido si Shakespeare hubiera tratado de escribir una obra de teatro que contara, más o menos, la misma historia que Moby Dick. Esto, más allá del ejercicio de mitómano, me permitía introducir una reflexión sobre el proceso creativo, sobre las fronteras y limitaciones de los géneros narrativos, sobre cómo aspectos periféricos (situación económica o sentimental del autor, lo que el público espera de él, su conocimientos sobre ciertos temas, o la falta de ellos…) condicionan enormemente ese proceso creativo. Al mismo tiempo, sabía que necesitaba un andamiaje que sustentara toda esa reflexión. Ese andamiaje es la peripecia de la novela, lo que sucede en el barco. Resumiendo, hay dos líneas narrativas: la referida a Shakespeare y su obra (reflexiva y metaliteraria) y la referida a lo que sucede a bordo del galeón (más dinámica). Ambas se van alternando.
La parte que más me interesa es la referida a Shakespeare. Está muy bien documentada y, a veces, roza lo ensayístico.
A mí también era la parte que más me atraía, pero no quería hacer un ensayo camuflado de novela, ni lanzar ideas que surgieran de la nada. Mi intención original era que las reflexiones sobre la creatividad literaria estuvieran justificadas, sustentadas y contextualizadas por una peripecia novelesca.
Sí; de hecho, es muy interesante cómo todo lo que sucede a bordo ayuda a Shakespeare a ir configurando la obra en su cabeza. Esto enlaza con uno de los temas de la novela (ahí está el párrafo final, que no desvelaremos): el poder de la imaginación.
En efecto, la novela también aborda el tema del arma de doble filo que puede ser la imaginación, lo que puede llevar a que el autor vea la realidad deformada. Se queda con los aspectos más dramáticos, más espectaculares… En todo ve materia prima literaria de la cual nutrirse sin reparos. Lo malo es cuando deja de ser consciente de la transformación que se produce en el paso de la realidad a la ficción. Es lo que hace Shakespeare durante toda la novela, sirviéndose de tripulación, pasajeros y ballena a la hora de idear su obra. Al final, en el fragmento que mencionas, recurre de nuevo a ese proceso transformador, aunque en ese caso no con un fin literario, sino terapéutico, como un mecanismo de autodefensa.
Esa forma de servirse de la realidad para utilizarla con fines creativos en ocasiones le produce malestar, mala conciencia.
En efecto. Otro de los temas abordados (aunque éste en menor medida) es el de la creación artística como algo que no se encuentra desligado de la realidad, que tiene consecuencias sobre las personas, en ocasiones fatales. El mismo Shakespeare debe embarcarse obligado por la delicada situación en que se encuentra ante la reina Isabel. Durante la rebelión de Essex contra la reina (un episodio histórico real), Shakespeare y su compañía amenizaron la velada previa de los amotinados con una función privada, que parece ser que animó a los indecisos.
Shakespeare aparece aquí como un personaje controvertido: no se ocupa de su familia, abandona a su mujer pocos días después de enterrar a su hijo, tiene inclinaciones amorosas hacia su amigo Henry… Eso por no hablar de cómo elabora sus obras: se habla hasta de plagio.
Aunque todos sabemos quién es Shakespeare, conocemos muy poco sobre él. Hay grandes lagunas en su biografía. Acerca de su vida personal, todo es especulación. Eso me dejó libertad para construir al personaje. En algunos aspectos me he basado en hechos reales, en otros en meros supuestos y el resto es de mi invención. El reto era hacer de Shakespeare alguien más cercano y completo mediante el método (quizá paradójico) de alejarme de la persona real y aproximarme al personaje literario.
Cambiemos de tercio. En todas tus novelas aparecen animales en el título.
No es algo intencionado. En la que estoy ahora trabajando no sucederá eso.
Pero los animales tienen protagonismo en casi todo lo que escribes. Aquí hay una escena protagonizada por un águila, que además introduce un cambio en el punto de vista.
Es cierto que en mis libros aparecen unos cuantos animales. Cada uno posee su significado, pero si hubiera que dar una explicación general, diría que los animales sirven para abrir la narración, para mostrar que el mundo no se limita a los personajes humanos y sus problemáticas, para aportar un contraste, una perspectiva. También de ahí los cambios de punto de vista que mencionas, como el pasaje narrado desde el punto de vista de un águila.
Te suelen considerar un autor de género. No sé si esta novela marca un nuevo camino en tu trayectoria, aunque yo no la veo tan alejada de tu trabajo anterior.
Yo no me veo como autor de género. Lo que he hecho en varias ocasiones es servirme de ciertos códigos de la narrativa de género (de terror y de ciencia ficción, por ejemplo) para ambientar algunos relatos, pero no me atrae hacer lo que se entiende habitualmente como literatura de género. De hecho, los proyectos que tengo entre manos se apartan cada vez más de ella. En cuanto al lugar que ocupa Shakespeare y la ballena blanca en lo que he hecho hasta ahora, considero la novela como un paso más, no como un cambio completo de dirección. Aunque es una novela histórica (algo que no había hecho), con personajes reales y con una parte reflexiva, hay bastantes puntos en común con los libros anteriores.
Has pasado de una editorial pequeña a publicar en una de las editoriales históricas. ¿Has notado el cambio?
Quizá necesite un poco más de tiempo para apreciar la diferencia (el libro acaba de salir, prácticamente). De momento veo que la distribución del libro es mayor y que la prensa se hace más eco, consecuencias de publicar en una editorial de mayores dimensiones. Pero tanto en Salto de Página como en Tusquets me he sentido en manos de estupendos profesionales.
Antes has comentado que estabas escribiendo otra cosa. ¿Podrías adelantarnos algo?
Tengo una colección de relatos a la que le estoy pasando la pulidora y una novela a medias, aunque prefiero no adelantar nada. No es por superstición, sino porque ambos proyectos pueden sufrir (y sufrirán) cambios, así que lo que ahora diga puede dejar de ser cierto dentro de unos días.
Ilustración de Jorge Freire.
Es un joven periodista y divulgador cultural. Fue uno de los fundadores de la revista Culturamas y es director editorial de la revista Otro Lunes. Ha colaborado con varias editoriales en labores técnicas y creativas.
Nacido en Ribadesella en 1972, es Ingeniero de minas. A comienzos de 2008 publicó su primera novela El hermano de las moscas (Ed. Salto de Página). A finales de ese mismo año publicó el libro de relatos Como una historia de terror (Salto de Página). Con este libro obtuvo el premio “Ojo Crítico de Narrativa 2008” que concede Radio Nacional de España. En 2010 publicó su segundo libro de cuentos, Bajo el influjo del cometa (Salto de Página), con el que ganó el Premio Tigre Juan. Su segunda novela se titula Padres, hijos y primates (Salto de Página, 2011) y la tercera, y objeto de esta entrevista, Shakespeare y la ballena blanca (Tusquets, 2013).
Sobre Lorenzo Rodríguez Garrido:
Lorenzo Rodríguez es un joven periodista y divulgador cultural. Fue uno de los fundadores de la revista Culturamas y es director editorial de la revista Otro Lunes. Ha colaborado con varias editoriales en labores técnicas y creativas.