Lecciones del maestro
Por Jorge Carrión
Leyendo este verano Koba el Temible. La risa y los Veinte millones, de Martin Amis, he pensado mucho en Uruguay y en Josep Maria Lluró. En el país que supone la mitad de la cultura rioplatense porque es allí donde Amis pasa parte del año. En cierta entrevista leí que se envía desde Inglaterra grandes cantidades de libros para poder trabajar en su casa uruguaya. Hay que imaginar esa bibliografía rodeándolo mientras escribía sobre la Rusia de Stalin. El libro es muy ambicioso, un buen resumen de lo que los expertos saben sobre las masacres soviéticas y un ligero ajuste de cuentas con el pasado comunista de casi todos los miembros de su generación (y de la paterna, su padre incluido). Hace casi diez años que se publicó en español y, por tanto, es muy probable que Josep Maria me lo recomendara en su día. Lo que es seguro es que, en esta década, me lo ha recomendado varias veces. Es la persona que frecuento que más sabe sobre historia del siglo XX. Y sobre la relación de esa negra historia con la literatura que la testimonió y que la elaboró. Fue mi primer jefe. Yo tenía veintidós años y él, treinta y seis. Dirigía el colegio privado donde yo daba clases de literatura. Me recomendó La montaña mágica y El cuarteto de Alejandría. Me descubrió a Paul Celan y a Peter Szondi. ¿Qué más se puede pedir? Desde entonces hemos conversado sobre centenares de libros; pero lo más importante es que, cuando leo, a menudo dialogo con él en silencio. Lo hice de nuevo en la playa donde leí Koba el Temible. Espero que nadie se diera cuenta del movimiento de mis labios y me tomara por loco.
El tópico dice que en España nadie escribe libros como ése. Yo mismo debo de haber repetido esa estupidez. En los últimos meses se han publicado varios títulos que demuestran lo contrario: que los autores españoles han superado las fronteras, geográficas y conceptuales, que nos constreñían. Pienso en libros tan distintos como Prohibido entrar sin pantalones, de Juan Bonilla, que se atreve con uno de los personajes secundarios de Amis, Vladimir Maiakovski, y sigue sus pasos por los Estados Unidos y Europa; como Encuentro en Berlín, de Pepe Ribas, que conecta geopolíticamente Alemania, Ucrania, Chile, Argentina e Israel; como Robespierre, de Javier García Sánchez, que cuenta en 1200 páginas la auténtica historia del nada sanguinario revolucionario francés; como Amantes en el tiempo de la infamia, de Diego Doncel, una historia de amor que se mueve entre Berlín, París y Marruecos; como Shakespeare y la ballena blanca, de Jon Bilbao, una construcción histórica y metaliteraria del encuentro en aguas internacionales entre el fantasma de Moby Dick y el autor de Hamlet; o como Karnaval, de Juan Francisco Ferré, que convierte a Strauss Kahn en un monstruo poético y lo hace dialogar con los grandes temas (la centralidad de la mujer, el poder omnívoro, el tardocapitalismo, el cuerpo sexualizado) y con los grandes personajes (Houellebecq, Butler, Kristeva, Ratzinger, Žižek, Gates) de nuestra época. Me imagino a Bonilla, Ribas, García Sánchez, Doncel, Bilbao y Ferré rodeados de decenas de libros, escribiendo obsesivamente. La diferencia con los escritores anglosajones es de público. Y de adelantos. Y de casas en lugares más o menos exóticos.
El tópico dice que en España nadie lee libros como ésos. Yo mismo debo de haber repetido esa estupidez. Lectores como Josep Maria Lluró demuestran lo contrario. Lectores voraces que muy a menudo son profesores de secundaria: mientras que muchos de los universitarios se mantienen textualmente en su parcela de estudio, o consumen en secreto best-sellers pornoblandos, conozco decenas de profesores de ESO y Bachillerato que no sólo compran y leen novedades, sino que también son socios de bibliotecas públicas y siguen blogs. Lectores sistemáticos: recuerdo que leí esa expresión por primera vez en una reseña de Ponç Puigdevall. Da en el clavo. Eso es lo que somos y eso es lo que necesitamos. A veces Josep Maria deja la butaca y -en vez de dar clases o conferencias, dirigir colegios, armar cineforos o idear seminarios de formación docente- se sienta en su escritorio. No sólo es autor de artículos de opinión, reseñas y ensayos para revistas y libros colectivos: hace un par de años coordinó el volumen Història, memòria i testimoniatge. Un llegat per a Europa. Se trata de uno de esos libros que debería leer cualquier persona interesada en los asuntos que obsesionan a Martin Amis, que son los que obsesionan a Enzo Traverso, a Jean Bollack, a François Rastier y a otros intelectuales y estudiosos europeos de primer nivel que participan en el libro porque también es de primer nivel. Y porque su voluntad es neutralizar fronteras. Así, junto a Robert Antelme, Primo Levi o Jean Améry, entre otros autores estudiados, encontramos por ejemplo a Joaquim Amat-Piniella, autor de una obra tan contundente como la de sus contemporáneos europeos, K. L. Reich.
Ahora que Josep Maria ha cumplido cincuenta años y que al fin he leído Koba el Temible, tendré que ponerme con otro libro que también me ha recomendado en demasiadas ocasiones: Lecciones de los maestros, de George Steiner. Intentaré hacerlo en casa, para que nadie me tome por loco al ver mis labios en un silencioso y enfebrecido movimiento.
Sobre Jorge Carrión:
Novelista, profesor, gestor cultural, periodista, provocador o impenitente viajero, Jordi o Jorge Carrión es una de nuestros intelectuales más innovadores. Ha publicado la novela Los muertos (Mondadori, 2010) y numerosos libros de viajes o ensayos. Su penúltima obra es Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011) en la que analiza el fenómeno de las series de televisión. Acaba de quedar finalista del Premio Anagrama de Ensayo con Librerías.