Magos y ladrones
Cómo hacer bien el mal. Harry Houdini. Capitán Swing. Madrid, 2013. 250 páginas. 16.50 €.
Puntuación: ****
“Si se le pidiera su opinión, la mayoría de la gente diría que asaltar un tren es una tarea complicada. Y bien, no es así; al contrario, es fácil”. De esta forma ingeniosa y seductora inicia O. Henry su maravilloso relato “Cómo asaltar un tren”, donde en efecto se ofrecen al lector interesado toda una serie de indicaciones sumamente útiles a la hora de planificar y llevar a cabo un negociado de este tipo: número idóneo de asaltantes, consejos prácticos a la hora de encarar a las víctimas, modos de huir sin ser descubiertos dependiendo de la situación (sin duda el más interesente es el de huir hacia los perseguidores). Y es cierto que William Sydney Porter (por su nombre real) estaba en disposición de librarnos estos conocimientos, pues su vida atribulada y aventurera lo llevó a conocer a auténticos delincuentes que le revelaron sus secretos, tanto en prisión, donde fue a parar acusado de un desfalco a un banco, como fuera de ella. Así mismo, en otros relatos, ofrece información pertinente a la hora de cometer otras clases de fechorías, como falsificar dinero. Lo curioso, es que a pesar de tratarse de textos de ficción, O. Henry antecede el relato “Cómo asaltar un tren” con el siguiente aviso: “Su esquema del modus operandi puede resultar interesante, y sus consejos valiosos, para el potencial pasajero de un tren asaltado, mientras que su valoración de los placeres del oficio difícilmente inducirán a nadie a abrazarlo”. Es decir, realiza un pequeño esfuerzo en dejar claro de qué lado de la ley se encuentra, pues quizá el contenido del relato pudiese llevar a equívoco…
Algo parecido sucede con “Cómo hacer bien el mal” de Harry Houdini, el texto principal del libro homónimo que acaba de publicar Capitán Swing. “Si las revelaciones que me creo en libertad de exponer en este capítulo sirven para advertir al incauto y para disuadir a los jóvenes de este país de que caigan en las fascinantes redes del tapete verde, entonces sentiré que mis esfuerzos no han sido en vano”. Con el tapete verde se refiere a juegos con cartas amañados, aunque en “Cómo hacer bien el mal”, Erik Weisz (por su nombre real) no se limita ni mucho menos a ellos. Al contrario, de forma sintética y muy efectiva, Houdini recorre una amplísima variedad de timos y estafas, que van desde los métodos utilizados por los descuideros, los rateros comunes de tienda y los ladrones “de persiana veneciana”, hasta complejas estafas con falsa mercancía de anticuario, pasando por estafadores que reducen el valor de un cheque, timos a nombre de compañías mineras inexistentes, o las distintas modalidades de lo que Houdini llama el “Bunco”, una modalidad de timos muy emparentados con la picaresca española del Tocomocho y la Estampita, donde se apela a la avaricia de la víctima. Es decir, también Houdini se ampara, a la hora de fijar el qué y el cómo de estas fullas y estafas, en la función constructiva que implica ponerlas en conocimiento público. De hecho, en el breve texto introductorio, nos cuenta que sus fuentes han sido “los jefes de policía y los más famosos detectives de todas las grandes ciudades del mundo”, lo cual no deja de ser irónico cuando llegamos al final de la página y vemos que Houdini firma como el “Rey de las Esposas y Escapista de Cárceles”. En cualquier caso, la colección de ardides y estratagemas que aquí se plantean para hacerse con el dinero ajeno mediante el uso del ingenio y no de la fuerza bruta —llena de los nombres propios de los delincuentes de la época e historias reales a las que el autor tiene acceso de forma directa—, resulta muy ilustrativa de los modos y costumbres de este arte a finales del siglo XIX, y absolutamente fascinante.
Pero este no es el único material que nos ofrece el libro Cómo hacer bien el mal. Lo acompañan otros dos tipos de textos. Por una parte, breves artículos donde Houdini muestra unas veces su generosidad con sus colegas magos (“Consejos útiles para jóvenes magos menores de ochenta años”, “Cómo dirigirse al público”, “Las esposas con candados de letras”, “Nudos de cuerda”…), y despliega otras veces su ira contra los muchos imitadores que trataron de apoderarse de sus métodos (“Aclaración sobre el modo de fugarse de la cárcel al estilo de mis imitadores”). Por otra parte, el volumen viene presentado por un texto del mago Teller, otro Arthur Conan Doyle y un relato de H. P. Lovecraft escrito en colaboración con Houdini, y donde éste ejerce de protagonista y narrador: “Bajo las pirámides”. La introducción de Teller se limita a presentarnos el libro con corrección. La tesis que plantea Arthur Conan Doyle en su pieza, en cambio, resulta interesantísima y más sorprendente, pues repasa las muchas querellas de Houdini contra el espiritismo —en las que el propio Doyle se vio implicado alguna vez—, y propone que, paradójicamente, pudiese no sólo ser uno de ellos —alguien con una especial sensibilidad psíquica y aptitudes para ejercer de médium—, sino uno de los más grandes de todos los tiempos.
En definitiva, un libro bicéfalo. Con una primera parte más próxima a lo esotérico y espiritista, incluso al terror cósmico de la mano de Lovecraft, y una segunda parte radicalmente pragmática, con sabor a periodismo, dedicada a la mecánica del espectáculo y el latrocinio —tan emparentadas en este caso—. Las dos deliciosas.
Sobre Robert Juan- Cantavella:
Nacido en Almassora en 1976. Es autor de las novelas Asesino cósmico (Literatura Mondadori, 2011), El Dorado (Literatura Mondadori, 2008) y Otro (Laia Libros, 2001), del libro de relatos Proust Fiction (Poliedro, 2005; Le cherche midi, 2011), del libro de poesía Los sonetos (El Gaviero, Almería, 2011) y de la novelita El corazón de Julia (Señor Pulpo, 2011); escrita a 4 manos con Óscar Gual e ilustrada por Riot Über Alles). Fue jefe de redacción de la revista Lateral. Es traductor. Vive en Barcelona.