Por si se va la luz
Por si se va la luz. Lara Moreno. Lumen. Barcelona, 2013. 328 páginas, 17 €
Si se va la luz se nos acaba el mundo tal y como lo conocemos. No ya perderemos las aplicaciones de nuestros móviles, no ya los móviles. Qué si nos quedamos sin medios de transporte. Qué sin frigorífico. Qué sin agua.
Lara Moreno encendió el interruptor de “voy a escribir por fin una novela” inquieta por los desastres venideros del cambio climático y acabó componiendo un texto que es muchas cosas, porque novela es, pero en esencia lo sentimos como una lectura poética y sentimental de lo que nos pasa hoy, o más bien nos pasará mañana, si todo sigue como lo estamos haciendo hasta ahora.
Los protagonistas de Por si se va la luz huyen de ciertas hogueras, pero no sabemos lo que ha ardido. La ciudad, sin nombre propio, se hizo insoportable y un hombre y una mujer queman su última nave mudándose a un minúsculo pueblo en medio de un bosque, habitado por unos vecinos que nada tienen que ver con el entorno que dejaron atrás (Los amigos estéticos con sus conversaciones sobre estética. Se acabó la estética). Poco sabemos de su pasado, pero nada extremadamente malo ni bueno se intuye, más bien un acople perfecto a la normalidad, al cauce ya transitado. Y la decisión de renunciar al mundo antes de que el mundo renuncie a ti. Huele a hipoteca, trabajos basura, consumismo salvaje, relaciones humanas superficiales y muchas horas extra en la oficina. Ascensor, timbre, invitados, cena con amigos, polémicas, halagos, puñaladas, un menú por encargo, una digestión pesada, una mala elección de la música, bromas con el asunto de las drogas, las reuniones prefabricadas del bienestar: ¿no era eso la normalidad?
Poco a poco iremos sabiendo que el malestar del presente se hizo sentir por dentro y por fuera: la pareja sufría una crisis reconocible, el Planeta anunciaba su prevista debacle medioambiental, el sistema hacía crac. Estamos perdiendo algo, la pasta de la que estábamos hechos o estuvieron hechos nuestros padres. Nadia y Martín, que así se llaman los protagonistas de Por si se va la luz, se encontrarán con el problema de todo el que huye: las cenizas quedaron atrás, pero la hoguera la llevan dentro.
Hemos comenzado hablando del qué, pero de igual modo podríamos haberlo hecho por el cómo. Hay una preocupación de estilo en Lara Moreno que la diferencia de buena parte de lo que escriben sus contemporáneos. La autora es bien conocida por los lectores de relato (lleva Lara publicando sus cuentos desde 2004) y poesía (su primer poemario es de 2008), y saben bien ellos de su libertad a la hora de trabajar con las palabras, de su estilo devoto de la elipsis, el salto, la sorpresa, el juego.
Me encuentro entre esos lectores y confieso el temor que sentí al saber que Moreno se pasaba a la distancia larga, a la novela. A la prosa poética suele sentarle mejor el texto breve que el extenso… Consciente de ello, la autora ha hecho un severo ejercicio de minimalismo de su propio estilo, y el resultado es el mayor acierto del libro: derrocha poesía Por si se va la luz, pero también una prodigiosa construcción de personajes. Nada menos que siete voces nos cuentan en primera persona esta historia, siete relatos fragmentados que consiguen el difícil arte de hacer verosímil la voz de otros. ¿No era eso la literatura?
El estilo es lo que tiene: cuando un autor consigue crear uno propio y perfila con él toda una novela, nos provoca algo cercano al trance. Retomamos la lectura después de una jornada de trabajo, de familia o lo que ocupe la vida de cada uno, y basta leer unos párrafos para volver a instalarnos en ese espacio que crearon las palabras. Acabamos el libro y descubrimos que mal podemos contárselo a los que nos preguntan por él. Parecido a intentar explicar cómo es un dolor de cabeza: sólo el que está dentro puede entenderlo. Algo así ocurre cuando habitamos un estilo, sea como escritora, Lara Moreno, o como lectores, nosotros.
Sobre Emilio Ruiz Mateo:
Nacido en Córdoba en 1974, es periodista, crítico y gestor cultural. Estandarte, Notodo, La Noche de los Libros, Enfemenino, BlowUp Novelas Cortas, Fnac, Festival Eñe, Numerocero, Matadero Madrid y Conde Duque se encuentran entre sus colaboraciones y proyectos más destacados.
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