Cine y escritores

Por Aloma Rodríguez

Un invierno en la playa (Josh Boone, 2012) se estrenó el 14 de junio y puede haber quedado sepultada entre los estrenos del verano, o peor aún: puede pasar como una comedia más bien blanca sobre una familia con padres divorciados e hijos que se asoman levemente al abismo. Sería un error: la película es conservadora, está a favor de la familia, del amor para toda la vida y en contra de las drogas y de la promiscuidad, pero solo son pequeños detalles de normalidad que no deben impedirnos ver de qué habla en realidad la película. Puede parecer una película sobre la familia que transcurre entre dos Acciones de Gracias. Pero en realidad es una película de superhéroes.

En realidad, el título del proyecto es Writers. (En EE.UU. la película se ha llamado Stuck in Love. Por extraño que parezca, la palabra escritores no es demasiado comercial.) Y son superhéroes.

Bill Borgens es un novelista de prestigio, su novela Suit Monkeys fue un éxito, que tiene una casa muy grande en la playa. Es un escritor y no es alcohólico. Es atractivo y, aunque se acuesta con su vecina, sigue enamorado de su exmujer. Las dos son guapas: Kristen Bell es la vecina que folla con él con la misma disciplina con la que corre por la playa y Jennifer Connelly es la ex simpática, con talento, lista y que ahora vive con el dueño de un gimnasio (interpretado por Patrick Schwarzenegger). Bill tiene dos hijos a los que obliga a llevar un diario y su libro favorito es ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?, de Raymond Carver. “Eres guapo, tienes éxito, eres casi famoso, que todo a lo que un escritor puede llegar”, le dice su vecina después de un polvo menos atlético. Bill Borgens es un superhéroe.

Su hija mayor, Samantha, está en la universidad y va a publicar su primera novela. Se acuesta con chicos guapos a los que espera no volver a ver nunca más, mientras Lou, un compañero de clase que también escribe, va poco a poco seduciéndola y salvándola del cinismo. Sobre todo cuando descubre que comparten su libro favorito: Dear Mr. Henshaw. La canción favorita de Lou es “Between the Bars”, de Elliot Smith. Lou y Samantha son superhéroes.

Rudy, el hijo adolescente, también escribe: su escritor favorito es Stephen King (que es algo así como el Profesor X, un supersuperhéroe) y está enamorado de la guapa de la clase de literatura, que sale con el macarra. Rudy se cuela en una fiesta con una bolsa de marihuana, tumba al macarra de un puñetazo y se lleva a la chica a su casa. Rudy es un superhéroe.

Un invierno en la playa no es la primera película de escritores, puede que no invente nada, pero la diferencia con otras películas sobre escritores es que aquí se han convertido en superhéroes. El protagonista de Ruby Sparks (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2012), un escritor joven, era el caso claro de quien no sabe gestionar un superpoder y daba sentido a la advertencia de que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

En Un invierno en la playa todos son superhéroes, aunque no presuman de ello. Su superpoder consiste en que todo les sale bien. La película da ganas de hacerse escritor, como las de Indiana Jones daban ganas de estudiar arqueología. La misión de estos superhéroes es ser felices: no quieren salvar el mundo. Aunque puede que para conseguir su felicidad tengan que luchar contra el mal, venga este disfrazado de universitarios que abusan de adolescentes drogadas, o de cachas descerebrados. El clímax de la película es una escena en que la familia se reúne de nuevo en el coche, después de la presentación de la novela de Samantha, y los padres, unidos otra vez, rescatan a una menor de la habitación de un universitario. Como les pasa a todos los superhéroes, a veces su mayor enemigo son ellos mismos y la lucha clave es la que les enfrenta a sus miedos.