Entrevista a Concepción Curiel
Por Recaredo Veredas
Concepción Curiel lleva años trabajando sobre la meditación, estudiando con los mejores maestros y enseñando a sus alumnos cómo afrontar la vida diaria de una manera distinta. Conoce el otro lado de la moneda ya que, antes de descubrir su verdadera vocación, fue abogada en ejercicio. Es directora del centro El observatorio y ha tenido a bien responder a micro-revista sobre tan apasionante materia, que tanto puede ayudarnos en los inevitables problemas del día a día.
¿Qué significa la meditación para usted?
Puedo abordar esta cuestión desde diferentes perspectivas.
Desde un punto de vista divulgativo le diría que la práctica de la meditación es la herramienta más eficaz que conoce el ser humano para reducir el sufrimiento y alcanzar la paz interior.
Desde un punto de vista personal le diría que la práctica meditativa es para mí la vivencia de quien soy.
Desde un punto de vista pedagógico o docente le diría que la práctica meditativa es un entrenamiento de la atención que facilita el desarrollo de la capacidad de aceptar lo que la vida va trayendo en cada instante.
¿Qué pretende que sea la meditación para sus alumnos?
No tengo ninguna pretensión. Me limito a sentarme a meditar con mis alumnos y compartir mi experiencia con el deseo de que les sea de utilidad. Cada alumno obtiene de la práctica lo que obtiene. Cualquiera que sea el resultado está bien para mí. Cuando veo a la gente madurar me alegro mucho.
Si no me equivoco, su visión de la meditación no busca la relajación, tampoco el placer sino, como usted ha indicado, la atenta observación de lo que sucede en el instante presente. ¿Hasta qué punto sus alumnos interiorizan esa mirada en un mundo dominado por la búsqueda de un placer casi instantáneo?
Los frutos de la meditación no son inmediatos. La continuidad es la clave del éxito. Todos los que practican de manera continuada y perseverante experimentan una honda transformación que les lleva a estar en paz, con independencia de las circunstancias que les toque vivir en cada momento.
A veces la persona no es consciente de esta transformación. Simplemente vive en paz, sin tampoco darse mucha cuenta de ello.
Con la práctica meditativa, la búsqueda incesante del placer, y la subsiguiente frustración y/o culpabilidad cuando no se obtiene, va desapareciendo. Hay un mayor contentamiento con lo que hay, lo cual no quiere decir en absoluto que a la persona le de todo igual. Por supuesto la persona sigue teniendo preferencias y también objetivos que cumplir. Lo que desaparece es la exigencia de que esas preferencias tengan que cumplirse, que es en definitiva lo que nos hace sufrir.
Tras 11 años de dedicación al derecho, ¿qué le llevó a dar un salto tan brusco?
Cambiaron mis intereses. La búsqueda espiritual empezó a ser prioritaria para mí. Necesitaba tiempo. Mis maestros vivían fuera de España y quería pasar más tiempo con ellos. No deje la abogacía de manera precipitada. Fue un proceso de maduración.
¿Cómo compagina su condición de meditadora con la de gestora de un negocio, como es El Observatorio?
La meditación no está reñida en absoluto con el desempeño de una actividad profesional o comercial, o con tener una vida de familia. Lo único es que en estos contextos resulta más difícil encontrar el tiempo y vencer la resistencia para sentarse a practicar.
Para mí estar al frente del Observatorio supone un privilegio porque me permite dedicarme de lleno a la práctica. Además la gestión diaria del Observatorio con las dificultades de todo tipo que van surgiendo es una fuente continúa de aprendizaje.
¿Todo meditador precisa un maestro? ¿Cuál es la relación con el suyo y cómo contactó con él?
En la práctica meditativa, los primeros años, me parece esencial tener a alguien que te guíe y con quien poder comentar las dificultades y experiencias. Sin ese apoyo y esa guía es fácil sentirse perdido y mucho más difícil perseverar.
En los 23 años que llevo practicando la meditación he tenido varios excelentes maestros de diferentes tradiciones. Actualmente no tengo un profesor formal de meditación, la propia práctica es mi maestra.
Hay una creciente reivindicación de la meditación como contrapeso a las exigencias del mundo actual. ¿Cuánto hay de moda y cuánto de interés verdadero?
Aunque la práctica de la meditación está de moda es patente la sinceridad y el profundo anhelo de todos los que se acercan a ella buscando aliviar su sufrimiento y queriendo llevar a sus vidas un poco de paz interior.
¿La meditación cura o ayuda?
La meditación no es un proceso terapéutico, aunque la práctica continuada puede producir, y de hecho produce, beneficios terapéuticos de todo tipo: físicos, psíquicos y emocionales, en mayor o menor medida.
El objetivo último de la meditación va mucho más allá. Lo que esencialmente pretende es producir en nosotros una radical transformación que nos libere definitivamente del sufrimiento.
Esta transformación supone una rendición ante la vida. Una aceptación de lo que está presente, de lo que la vida va trayendo en cada instante, sea lo que sea.
Esa aceptación en absoluto excluye que sigamos teniendo preferencias y objetivos y tampoco disminuye nuestra efectiva determinación a la hora de ir a por ellos, más bien lo contrario: puede que nos sorprenda una mayor eficiencia en nuestro hacer. Lo que simplemente va desapareciendo es el apego a que nuestra expectativa o deseo tenga que cumplirse.
Lo que en realidad ocurre es que nuestra continua necesidad de que la vida sea diferente deja paso a una natural apertura a sentir lo que en cada momento está presente.
Esta apertura a la vida, tal cual es en cada instante, es la paz que siempre hemos estado buscando.
Cualquiera puede poner un cartel en su puerta y crear una escuela de meditación. ¿Cree que debería haber algún tipo de homologación o titulación?
En el campo de la meditación, un título o una acreditación adquirida mediante pago no tiene para mi gran valor. Me ofrece el dato de que la persona quiere ganarse la vida con la meditación y aunque es perfectamente legítimo no es a mi juicio un buen punto de partida.
De todos modos cada persona tiene el profesor a su medida.
¿Qué cualidades debe poseer alguien que se inicie en la meditación? ¿Su práctica está al alcance de cualquiera?
Para empezar a practicar es necesario que se den en la persona tres cualidades: curiosidad, determinación y paciencia. Al principio basta con que sea sólo un poco. La práctica continuada las irá desarrollando en grandísima medida. La curiosidad es apertura; la determinación, fuerza; la paciencia, sabiduría.
Sin embargo, la meditación es una práctica exigente. Por ello, aunque en principio cualquier persona puede practicarla, pocos lo hacen de manera comprometida y con continuidad en el tiempo.
En los primeros tiempos la principal dificultad radica en la resistencia a sentarse a practicar. La falta de tiempo, la incomodidad física, el no encontrarle sentido o el no conseguir lo que se espera son algunas de las mil razones que se invocan para justificar la incapacidad para sentarse. Con el tiempo esta resistencia va desapareciendo y en su lugar aparece una enorme disposición.
Sobre Recaredo Veredas:
Licenciado en Derecho. Máster en Edición. Reseñista en numerosos medios, como Quimera, ABC, The Objective, Política Exterior o Qué Leer. Profesor en la Escuela de Letras. Fundador, junto a otros, de Culturamas y creador de micro-revista. Autor de los libros de relatos Pendiente (Dilema Nuevos Narradores, 2004) y Actos imperdonables (Bartleby, 2013), del manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema, 2006), del ensayo No es para tanto (Silex, 2019), de los poemarios Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Nadar en agua helada (Bartleby, 2019 y de la novela Deudas vencidas (Salto de página, 2014).