Entrevista a Emilio Bueso

Por Cristina Consuegra

Tanta red social, tanto teléfono inteligente y tanta polla y ya casi vivimos en celdas de aislamiento

 

Desde el trazado de la Trans-Taiga, Emilio Bueso levanta su última novela, Esta noche arderá el cielo (Salto de Página, 2013), un título frenético, explosivo y excesivo, que se distancia pretendidamente de la trayectoria emprendida en Cenital, su novela más celebrada, para ofrecer al lector una ficción desmesurada y despiadada sobre el ejercicio de la soledad, el miedo, los avances tecnológicos y el acontecer, todo ello calibrado a través de generosas dosis de acción -de todo pelaje y condición- y del empleo de herramientas visuales que conceden a Esta noche arderá el cielo una virtud plástica poco habitual en la escena fantástica. El resultado de este extraño coctel es un título que golpea al lector desde la primera página, punto de partida de un viaje único y fascinante que Bueso mide según las premisas de la estética del asombro para abordar la realidad desde sus ángulos más convulsos, frágiles y oscuros.

Antes de comenzar a desgranar tu nueva novela, Esta noche arderá el cielo, debo preguntarte por el Celsius otorgado a Cenital. Para ti, esta concesión ¿qué implica a nivel personal y profesional teniendo presente que en la anterior edición te hiciste con tal premio?

Pues el caso es que, por raro que pueda sonar esto, para mí un Celsius no es igual a un Celsius… El del 2012 lo gané con Diástole, una novela de terror gótico con su drama y su romance, y este año acudí a recoger el galardón con una historia postapocalíptica y hasta distópica. El primer jurado lo compusieron Juan Miguel Aguilera, Elia Barceló y Jesús Lens; el segundo fue tan distinto que puso a deliberar a Fernando Marías, Julián Díez y Jesús Palacios. Pero el colmo de todo esto está en el lote de obras finalistas que se presentaron a los jurados, que también ocupan unas posiciones diametralmente opuestas entre sí: el año pasado yo acudía junto a las novelas más oscuras de Biedma y un enorme e incomprendido Martínez Biurrun, y para este me propusieron junto a La Zona y a la última novela de Cesar Mallorquí, que yo creo que es un texto del que el propio Julio Verne estaría orgulloso.

Con todo, no tienen nada que ver el anterior Celsius con este. Yo el año pasado al llevarme el galardón sentí, tras unos resultados comerciales decepcionantes, que hacer Diástole sí había merecido la pena; en cambio con el fallo de este año lo que empiezo a pensar es que se están produciendo una serie de transformaciones en el papel que empiezan a jugar los géneros en nuestro panorama literario.

Y en relación con la escena literaria cuyo género cultivas, ahora que ha pasado cierto tiempo, ¿qué crees que ha aportado Cenital a la misma?

Ahora a la  ciencia ficción se le pide una visión cada vez más realista, no tan fantástica; mucho más terrible, y crítica.

Todo eso de que es la ensoñación y no la verosimilitud lo que importa en la literatura de anticipación se está yendo a la mierda, como nuestra sociedad al completo. La gente ya no quiere historias sobre lo brillante que será nuestro futuro, entre otras cosas porque empieza a pensar que igual no lo tenemos… Yo sólo soy uno de los autores que ha conectado con esa idea, pero porque algunos de los cánones de la narrativa de género me parecen obsoletos… ¿Vas a ponerte a leer un libro que se pretende válido científicamente (no perdamos de vista aquí que la ciencia es la búsqueda de la verdad)? ¿Y ese libro va y te cuenta historias sobre la colonización de las estrellas y los viajes en el tiempo que emprenderá tu civilización? Yah. ¿Y eso te lo leerás mientras desmantelan la línea de metro que te llevaba a la cola del paro y cierran todos los centros de investigación que quedaban en tu ciudad?

No sé… A veces pienso que si seguimos hundiéndonos otros seis años más aquí habrá clásicos que dejarán de verse como tales.

Eres un autor que muestra una especial facilidad para pasar de una piel narrativa a otra con cada nueva novela que publicas, parece que mutaras tu identidad literaria conforme cada novela acontece. Esto, ¿es algo natural, no pretendido, o forma parte de una suerte de exploración de género que emprendes con cada obra?

Yo no emprendo las obras, las obras me emprenden a mí. Me pongo a escribir cuando me veo atacado por una idea vaga y audaz y dejo que cobre forma ante el papel. Ni siquiera sé si estoy en un relato o en una novela hasta que no voy descubriéndola párrafo a párrafo… Y no proyecto apenas nada, porque no quiero que mi vida con la escritura termine pareciéndose del todo a la que sostienen los que llevan demasiados años juntos y ya no se soportan más.

A pesar de esa diversidad, se percibe una serie de obsesiones narrativas que desarrollas según te permite cada título. Por ello, ¿crees que es fácil reconocerte como un autor de obra?

Dicen que tengo una voz bastante inconfundible… Supongo que eso en parte es porque entablo con todas mis historias y mis personajes una relación de amor-odio. Y porque estoy hecho un amargado muy dulzón.

Primera pregunta relacionada con Esta noche arderá el cielo de carácter casi obligado… ¿cómo llegas a esta historia –tan distinta y llamativa- a ese territorio y esos personajes? Dicho de otra forma, ¿la historia te captura o es un proceso inverso?

Estuve de senderismo en el norte del Québec y se me comieron los mosquitos. El vasto norte se me hizo tan vacío y perdido que empecé a preguntarme qué pasaría si el mundo del crimen organizado se dejara de abordar Norteamérica a través de su frontera con México y emprendiera la creación de una ruta de avionetas rasantes sobre el Círculo Polar. El cártel que consiga hacer eso habrá establecido el modo de introducir cargas de todo tipo en una serie de páramos insondables, en los que se pierden todos los rastros. Canadá, el país más inaccesible para el mundo del tráfico de personas, estupefacientes, armas… estaba provocando mi imaginación, que se ocupó del resto.

Ya ves, una idea sugestiva y tirar de ella. Eso es todo lo que necesito para ponerme a trabajar. Y la luna.

En tus anteriores novelas, la presencia del lector activo, aquel que debe recibir la obra,  pensarla e involucrarse con ella, resulta primordial. Sin embargo, en Esta noche arderá el cielo derivas buena parte de ese peso a la acción, lo que hace que la responsabilidad del lector, respecto de la historia, sea menor y de otro calibre ¿Por qué te has inclinado por una novela en la que la acción es tan fundamental?

Mis anteriores novelas ponían sobre la mesa unos escenarios devastados, una estética de lo abandonado, del lugar que queda despojado de toda su magia y ya solo se muestra como un páramo gris. Este año me apetecía darle la vuelta eso: llevar al lector al sitio más alucinante que conozco, a un lugar donde nunca estará, al que acude la gente en un ejercicio de quintopinismo y exilio voluntario… para acabar encontrando una luz y unos colores que no son de este mundo. Eso es algo que ataca nuestro sentido de la maravilla, del asombro. Uno no vuelve a ver el cielo con los mismos ojos tras mirar el despliegue sobre la nada de una aurora boreal y de un firmamento que te alumbran por sí solos.

Y lo mismo con los personajes, supongo que el escenario me los trajo consigo. Unas personas moviéndose entre los límites de lo conocido y lo desconocido… Esta noche arderá el cielo lo que busca es desatar un espectáculo imposible ante los ojos del que mire y volverle loco por unos instantes. Yo también creo en el lector pasivo, y en que puedo hacerlo todo yo y dejárselo todo hecho… Ahora bien, al tiempo apuesto a que el desenlace final dejará a más de uno con la cabeza dislocada, y pensando acerca de lo que ha leído. Que, para colmo, resulta que es un western.

En cada título que publicas hay dos herramientas narrativas que cuidas con meticulosidad y precisión: la estructura y el narrador. En Esta noche arderá el cielo, ¿por qué un narrador con las narices tan metidas en la historia y sus circunstancias? ¿Y por qué planteas esa estructura a través de la cual despliegas la historia?

Me hago cargo de que hay corrientes que rechazan que el narrador aporte nada a la historia, que piden que se quite de en medio, que no esté… Eso es muy cinematográfico, sí; y muy poco literario, de leso apego a los posibles de la expresión escrita. Yo creo que cada narrador, por omnisciente que sea, tiene su voz y que en algunas historias conviene cultivarla, darle una personalidad. Eso permite enfatizar la descriptiva e inyectar sentimientos a un discurso que, si se deja fluir solo, tal vez no llegue a conmover ni la mitad. Concebí la historia desde el principio como un gigantesco monólogo, ya he cultivado muchos diálogos y esto es lo que me pedía el cuerpo para esta ocasión.

Además, y conectando con lo que hablábamos en la pregunta anterior, la experiencia lectora quise que fuera como la que tiene el espectador de un escenario tan sobrecogedor como es la Trans-taiga de noche: una voz que te suena dentro y te lee la escena. Eso es lo que se siente en esos sitios, y eso es lo que he querido trasladar al papel.

bueso

Hablemos ahora sobre parte de los personajes que introduces en la novela, los criptidos. El empleo de estos seres, y en relación con la realidad, ¿tiene más de símbolo o de alteridad de un tiempo?

La merca es una figura de la historia a la que se le puede dar una lectura simbólica, eso por descontado, es lo que encuentra en ella el personaje principal, que es un hombre mucho más que encerrado en sí mismo… Pero es que también me apetecía ponerme tecnoescéptico, contar algo monstruoso sobre los peligros que entrañan los últimos avances en ingeniería genética. Y, por qué no, abordar una historia sobre la redención y las vidas que valen o no la pena. Creo en las obras poliédricas, en las que pueden verse desde distintos prismas y arrojar diferentes resultados según los ojos del que mire.

Me ha llamado la atención el empleo del lenguaje -especialmente, respecto a Diástole (2011) y Cenital (2012)- que emprendes en esta novela, un lenguaje más coloquial, quizá menos cuidado que en los títulos citados. ¿Exigencia de la acción que sostiene el aliento de esta obra?

Nah, es que intento que cada libro que saco sea más macarra que el anterior. Esto lo puedes interpretar como un chiste… o no.

Tu singular sentido del humor se presenta fundamental para el título, ¿cómo calibras este asunto?

En una entrevista, o en un discurso que enarbolar desde la barra de un bar, se hace bastante fácil entrar al chascarrillo. En cambio, cuesta mucho cultivar la burla dentro un texto que pretende hacer cobarde al que lo lea.

Esto que me propongo al introducir la befa en mis novelas se me hace todo un desafío, me permite generar una serie de resultados explosivos. Mal jugado, es un gesto que hace que digan que así me cargo la historia, que arruino su atmósfera, que soy anticlimático… El caso es que yo para esta serie de cortes de mangas que le hago al respetable cuando menos se lo espera tengo que asegurarme de que todos, o casi todos los lectores, capten bien el chiste… y la parte seria que contiene.

Porque lo cierto es que la sonrisa ácida que pongo de tanto en tanto tampoco es gratuita, ni arbitraria. Suele provenir de una cierta reflexión que planteo. Me gusta pensar que mi trabajo, como el destino de la humanidad, no está carente de cierta ironía.

Los personajes principales, aquellos que llevan el peso de la historia, comparten – a pesar de su variedad- cierta tendencia a la soledad, personajes desarraigados y fracturados. En cierto modo, marca de la casa. ¿Reflejo de un tiempo o simple cualidad que refuerce la musculatura de la novela?

Es la sociedad que veo en aumento.

Somos cada día más y estamos cada día más solos. Durante los últimos diez años en los países como el mío se ha duplicado el número de personas que viven solas, lo mismo que se han duplicado (o casi) el consumo de antidepresivos y la morbilidad psiquiátrica. Tanta red social, tanto teléfono inteligente y tanta polla y ya casi vivimos en celdas de aislamiento, alienados como ratas de laboratorio.

Luego sale por la tele un señor que se carga a sus hijos por despecho y nos sorprende si el telediario saca a sus vecinos diciendo que parecía ser una magnífica persona… Esto es algo que pasa a menudo en Norteamérica, allí proliferan los inadaptados, los disfuncionales, los fulanos anodinos que un día explotan y va y resulta que llevaban años enterrando cadáveres en su jardín, o fraguando un atentado aparatoso con rehenes… Yo hace tiempo que quería manejar personajes así de inestables, en parte porque pienso que casi todos nosotros somos, como mínimo, unos enfermos en potencia.

Uno de los grandes logros de Esta noche arderá el cielo es cómo revisas un concepto tan literario como el del viaje, en todas sus vertientes. ¿Elemento principal de la poética de la novela?

Una carretera de seiscientos sesenta y seis kilómetros que va a dar a un embalse sin apenas operarios resulta ser uno de los viajes más demenciales que se pueden emprender en esta vida. Y la gente va. Los moteros acuden a hacer esa ruta, en peregrinación, es su Meca, el punto más remoto al que se puede llegar por carretera probablemente en todo el mundo. Cuesta creer que haya mucha gente decidida a subirse a una moto y a conducir por una carretera de grava en línea recta, sin apenas paradas, bastante llana, y poco arbolada, sin tráfico ni más que una gasolinera. Esas cosas le hacen a uno tan pequeño y al mundo tan grande que terminan por conseguir que el viaje, de tan remoto y lejano que se vuelve, termine siendo interior.

Y esto va al hilo de la voz narradora que escogí, y de cómo vive la historia el personaje principal.

Una vez más el par miedo/identidad irrumpe en la poética de la novela, ¿principal obsesión narrativa de Emilio Bueso?

El ser nos aterra mucho más que el acontecer… Mucha gente al leer lo que busca es ser otra persona, normal que cuando se abra una novela de terror aparezca el hombre hecho monstruo; que sí, es una de mis obsesiones.

¿Es tu título más cinematográfico?

Es mi título más espectacular y más visual, con diferencia. Yo de cine no entiendo ni papa. Lo mío son los libros, cada día veo menos pelis.

Deslizas algunos temas interesantes dentro de la trama, por ejemplo, esa tensión perpetua entre la ciencia y la fe, entre la ciencia y Dios. Insertas dudas a través de los personajes. Sobre este tratamiento, ¿qué buscas o pretendes en relación con el lector?

El lector casi siempre es alguien que o cree en Dios, o cree en el hombre y la ciencia.

Yo ya no creo en nada de eso. Pienso que si el hombre no cambia terminará siendo víctima de su propio avance tecnológico, y que a menudo la fe ciega en nuestra progresión es como la que tienen los teístas en sus dioses.

Nada debería de adorarse, pienso yo. Detesto la idolatría, incluso cuando contemplo cosas grandiosas. Por eso Esta noche arderá el cielo plantea la astronomía y la biología como dos formas de contemplar el desamparo. La plástica del libro tiende al desierto, al abismo enorme y hostil, que nos traga.

¿Hay más riesgo en esta obra que en el resto de tu trayectoria?

Y tanto.

Hay compañeros de armas que me han recomendado que no siga por estos derroteros, que me meta más hondo en lo distópico y lo apocalíptico, y que tire de la percha de Cenital, de la crisis; que haga una secuela, que monte una saga o que proyecte una trilogía… Y yo que no. No me veo tratando de poner el discurso antisistema y colapsista a competir con los libros de zombis.

Con esta, mi cuarta novela, me he querido meter en otro berenjenal difícil, de los que pienso que ofrecen posibilidades poco exploradas. ¿Es el western un género en decadencia? Pues allá voy yo, a contar una de vaqueros, a hacer el indio. No veo qué cuota de mercado tengo que ponerme a defender mientras la industria convencional se cae a pedazos y la alternativa no consigue proyectar ni un modelo de negocio viable para nadie. Ni veo adónde acudir con mi obra si ya tengo que enrocarme al tercer movimiento. He dicho más de una vez que tengo algo que probar y nada que perder, y eso seguirá siendo así mientras mis libros no me den ni para disgustos.

A modo de despedida, ¿qué esperas de Esta noche arderá el cielo?

Quiero que este libro resuene en la memoria del que lo lea como una de sus experiencias más extrañas, más horribles y, a la vez, más bellas. Que la gente me lea y no sepa decir qué demonios le acabo de hacer en su cabeza… Por pedir, yo lo que quiero es que digan que mi obra es la de un loco. No se me ocurre mejor halago.


Se define como escritora, crítica y agitadora cultural. Es miembro del consejo editorial de la revista universitaria de cultura de la Universidad de Málaga. Colabora con medios digitales e impresos. Sus cuentos y poemas han aparecido en diversas antologías.

Conocido en el mundo de la narrativa de género, en especial de la literatura de terror contemporáneo. Es ingeniero y trabaja como responsable de tecnología en una institución universitaria y como profesor en la Universidad Jaume I de Castellón. Ha publicado cuatro novelas, la última titulada Esta noche arderá el cielo, y ha resultado ganador de numerosos premios de relatos y del Premio Celsius por su penúltima novela, titulada Cenital. 

 

 

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Sobre Cristina Consuegra:

Se define como escritora, crítica y agitadora cultural. Es miembro del consejo editorial de la revista universitaria de cultura de la Universidad de Málaga. Colabora con medios digitales e impresos. Sus cuentos y poemas han aparecido en diversas antologías.

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