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Entrevista a Lara Moreno

Entrevista a Lara Moreno

Por Benito Garrido

La primera novela de Lara Moreno tiene un título realmente sugerente, Por si se va la luz. Un título que conduce directamente a esa idea de carencia vital que implica no solo alejarse del mundo material que hoy impera, sino también de los sentimientos que nublan el presente del ser humano. Cuando Nadia y Martín deciden irse a vivir a un pueblo casi abandonado, lo hacen con la certeza de enfrentarse a un espacio diferente, frío, casi hostil, pero con la ilusión que implica reconstruir su mundo desde cero. Dejan atrás frustraciones, desengaños y una sociedad urbana decadente que casi les ha obligado a escapar. Son tres las otras personas que habitan esa pequeña población, cada una con sus miedos e ilusiones. Conforme avanza el tiempo, las relaciones entre ellos van configurando una pequeña sociedad de dependencias, intercambios y obligaciones. Pero la realidad siempre se impone, el pasado nunca termina de olvidarse, y el retorno a la tierra se puede terminar convirtiendo en un profundo ejercicio de supervivencia emocional.

Con la fuerza narradora que da la primera persona, y con una prosa poética tan sonora como bella, la autora compone una novela que se escucha bien (cuando se lee en voz alta), y se lee aún mejor. Acostumbrada a escribir cuentos y poemas, Lara Moreno se pone en la piel de sus personajes para mostrar sus más ocultos sentimientos y reflexiones sin pudor, y para llevar al lector hasta ese mundo tan carente de luz que a veces puede ser el de las emociones.

¿Qué impulsa a una escritora de relatos y poemas a dar el salto a la novela?

Yo básicamente soy prosista, sobre todo de relatos. Comencé a escribir poesía hace relativamente poco, y aunque he sacado ya dos poemarios, no me considero poeta. Me refiero a que siempre he hecho más bien prosa poética, que no creo estar a la altura de las circunstancias como poeta. La novela se me planteaba entonces como un reto muy grande que no podía esquivar. El hecho de ser una gran lectora de novela, me hacía estar aún más convencida de que antes o después este momento llegaría. Siempre me he sentido muy cómoda en los mecanismos (muy diferentes) que gobiernan el relato. La novela, sin embargo, exige ya no solo unos engranajes propios sino también una continuidad en el tiempo y una disciplina que claramente no requiere el relato. Para mí, de los tres géneros que he tocado, la novela es lo más difícil.

¿Cómo surgió el germen original sobre el que posteriormente diste forma a este libro?

La comencé a escribir hace cinco años, momento clave del bombardeo mediático sobre el cambio climático y el inicio de la crisis. La novela surge entonces de un temor, de una preocupación que se estaba gestando en mí: salir un poco de mis inquietudes y miedos más relacionados con el relato y la poesía, para reflejar algo más general, que afectase a mucha gente. Ese era el eco. En aquellos días escuché una noticia en la radio en la que pedían gente para repoblar un pueblo abandonado. Empezaba a hacerse y se planteaba como una oportunidad de empezar otra vida. Así que me dije, pues nada, ya tengo mi ‘isla’: con ese trasfondo que me preocupaba, necesitaba de un sitio donde meter a los personajes, y fue ahí donde lo encontré. Con independencia de la realidad política, social o económica, encontré ese pueblo abandonado en el que desarrollar mi territorio de ficción, donde esa realidad es solo una intuición.

Nadia, Martín, Enrique, Damián, una voz omnisciente… diferentes narradores en primera persona, diferentes puntos de vista, diferentes vidas… como monólogos que se entrelazan.

Esto es algo que me viene muy influido del relato. Justo antes de empezar a escribir el libro, me había leído dos novelas, Las olas de Virginia Woolf y Mientras agonizo de Faulkner, que me dejaron muy impresionada. La idea de novela coral que planteaban me encantó, y viniendo del relato como yo, me pareció una idea interesante para mi escritura. Por otro lado, en cuanto a la continuidad espacial y temporal de la historia, me apetecía hacer algo que se pudiese cerrar de forma unitaria: plantear los capítulos como si fuesen cápsulas independientes en las que cada personaje contase dicho capítulo, y éste se cerrara como si fuera un relato. Pero capítulos como relatos que claramente están relacionados y tienen una continuidad narrativa.

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 Los protagonistas, Nadia y Martín, inician una huída hacia delante que les aleje de la civilización y de sus propias vidas pasadas, pero ¿hacia dónde?

Ciertamente estamos ante una escapada, y por tanto, tiene toda la connotación negativa que lleva asociado un hecho así. Independientemente de las historias personales de los personajes, que ya por sí son una especie de huída de sí mismos, ellos se enfrentan a un marco difícil. Se supone, aunque no lo cuente, que en la ciudad la vida ya es realmente muy difícil, y que el nivel de decadencia está empezando a ser preocupante. Entonces ellos lo que emprenden, más que una huída hacia delante es hacia atrás, como si buscasen una esperanza en la tierra. Tanto ellos como yo nos sentimos descontentos con el sistema neoliberal en el que estamos inmersos, lo necesitamos y lo odiamos a partes iguales, pero al final nos va complicando mucho la existencia. Buscan, casi a ciegas, un sitio en el que empezar de cero, necesitando lo mínimo posible. La única opción es simplificar: sacar la comida de la tierra e integrarse en un círculo de autosuficiencia. Hoy día ya hay mucha gente que está volviendo a esos orígenes.

 “Ya no te quiero, esto se ha terminado, lo mejor es que te vayas tú solo y me olvides”, piensa Nadia decirle a Martín… pero no lo hace, y se encadena… ¿Para salvarse quizá aunque a veces eso signifique anularse?

Sí, es así. Pero creo incluso que es bastante más complejo que todo eso. Esas palabras que en un momento concreto pueden ser fáciles de decir, conforme va pasando el tiempo sobre todo emocionalmente, se vuelven realmente difíciles y complejas. Conforme se avanza en la relación de pareja, te vas dando cuenta que hay muchos grises, y que el conocimiento (el uno del otro) se vuelve realmente devastador: nos desvalijamos unos a otros hasta que todo se va complicando de tal manera que ya no puedes frenar.

 El miedo, también la soledad atenazan al ser humano. ¿Todos tenemos miedo a la vida que nos espera? ¿O ese temor solo se presenta con los años?

Yo creo que el miedo que tenemos a la vida que nos espera se va transformando con los años. Pero si lo piensas bien, en el fondo, siempre hay un miedo, que aunque no sea palpable está ahí: ya desde pequeños, cuando se enfrentan nuevas etapas que parecen van a borrar todo lo anterior, hasta más de adultos, cuando tenemos miedo a que nos abandonen o incluso a abandonarnos.

¿Por qué olvidamos, o buscamos olvidar? ¿Realmente como dices en tu libro “el pasado duele, destroza, avergüenza, apesta…”?

No siempre, por supuesto que no. Aunque bien mirado, siempre hay algo del pasado que parece tengamos que ocultar. No tiene por qué ser algo malo que hayamos hecho, también puede ser algo malo que nos han hecho, algo malo que hemos estado a punto de hacer… el sufrimiento lastrado por el pasado se va quedando como una marca, una erosión de la que es difícil sustraerse.

 Tus textos, más que imágenes que se convierten en palabras, son pensamientos que se vuelven imágenes escritas… los sentimientos y las sensaciones continuamente a flor de piel.

Son todo primeras personas, estoy intentando trabajar desde el interior de la cabeza, incluso del estómago… y todo se refleja en pensamientos. Los sentimientos entonces están ahí, no sé si a flor de piel, o acumulándose haciendo una bola en el pecho, pero inevitablemente están ahí.

¿Cómo ha sido la evolución de Lara Moreno desde sus primeros poemas?

Siempre he estado convencida de que quería escribir, con independencia de la suerte que se tenga hasta llegar ahí. Aunque hay épocas en las que no he escrito, ahora no puedo imaginarme la vida de otra manera que no sea escribiendo. Escribo y lo seguiré haciendo.

Agitador y periodista cultural, ha colaborado en diversos medios como Culturamas, Forbes, Selección Literaria o NumeroCero. También es analista editorial y economista. Aunque lo que de verdad le gusta es leer y pasear los días de lluvia.

Escritora y editora andaluza. Ha publicado libros de poemas, como “La herida costumbre”, libros de relatos, como “Cuatro veces fuego”, ha antologado a poetas jóvenes en “Aquí y ahora” y acaba de publicar la novela, elegida Nuevo Talento Fnac, “Por si se va la luz”.

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Sobre Benito Garrido:

Agitador y periodista cultural, ha colaborado en diversos medios como Culturamas, Forbes, Selección Literaria o NumeroCero. También es analista editorial y economista. Aunque lo que de verdad le gusta es leer y pasear los días de lluvia.

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