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Entrevista a Pelayo Cardelús

Entrevista a Pelayo Cardelús

Por Cristina Consuegra

Si te paras a reflexionar te conviertes en enemigo del Producto Interior Bruto

Las vacaciones de Íñigo y Laura, segundo título que publica Pelayo Cardelús de la mano de Caballo de Troya, es una novela sobre la identidad, sobre todos esos ángulos imprecisos que uno mismo ignora. Es éste un título que se va espesando conforme sus protagonistas pasan tiempo en las playas de Zahara de los Atunes, conforme las palabras y silencios acontecen. Conforme Íñigo y Laura alimentan el baile de máscaras que se esconde por entre las páginas. Sin duda, una novela arriesgada y dura que se debate entre la cercanía y aspereza que encierra la experiencia de la vida.

Las vacaciones de Íñigo y Laura es un libro que ofrece una historia, en apariencia sencilla y cotidiana, que se va enredando conforme la lectura acontece gracias a la personalidad/identidad que has trazado para ambos protagonistas. ¿De qué destello –idea, imagen- surge esta obra?

Seguramente surge de esa idea recogida en la novela al hilo de la tragedia de Edipo, según la cual nos sentimos atraídos hacia aquello que tememos. En algún momento detecté dentro de mí un temor cierto y real. Ese temor quería salir fuera, hacerse personaje, desarrollarse en una historia; ese temor, consciente de sí mismo, se llama Íñigo y es el protagonista de la novela.

¿Cómo ha sido el proceso de producción de Las vacaciones de Íñigo y Laura en contraste con el resto de tu trayectoria literaria?

La escribí en poco tiempo, en dos meses. No me paré antes a pensar qué tenía que decir o qué deseaba contar. Antes de hacerme estas preguntas, ya la estaba escribiendo. Cuando la empecé, no sabía cómo iba a terminar.

Uno de los grandes logros de este título es el trabajo realizado en materia de personajes. Protagonistas cuya personalidad mueves con precisión, estiras y contraes en función de las exigencias de la historia. ¿Cómo has trabajado este asunto?

De una manera inconsciente, en todo caso. Ciertamente acabamos descubriendo que los personajes no eran como parecían. Ella en realidad no es que cambie, sino que no la conocemos hasta el final de la novela; y él cambia mucho porque vive una experiencia traumática. Como en la vida misma, las experiencias intensas cambian no sólo nuestra manera de ver el mundo sino también nuestra forma de ser.

Y en relación con esto, ¿se podría decir de Las vacaciones de Íñigo y Laura que es una novela de personajes?

Lo es, sin lugar a dudas. Íñigo lleva casi todo el peso de la novela, si bien finalmente Laura se revela como la auténtica protagonista de la historia. Hay sin embargo otro actor principal en la novela, por decirlo de alguna manera. Se trata de la playa como escenario de libertad: libertad para hacer lo que nos viene en gana: descansar, reflexionar, comer, pasear, desnudarnos. ¿Qué sucede cuando un matrimonio, un hombre y una mujer esclavos de sí mismos -de sus pasiones y temores- frecuentan el escenario de la libertad por excelencia? Sucede que quieren ser libres pero no lo son. Éste es el campo de batalla de mi novela.

Pasemos a hablar de algunos aspectos concretos del libro. A través de las identidades de Íñigo y Laura recorres buena parte de los aspectos identitarios que definen a la sociedad española, especialmente, aquellos elementos que hacen de la nuestra una sociedad no igualitaria que todavía maneja códigos del tardofranquismo. ¿Por qué nos cuesta tanto desprendernos de esa pátina misógina?

La misoginia está relacionada con la ambición de poder de los hombres. En esa lucha de poder los hombres conciben a las mujeres como premio o recompensa. El triunfador conquista a la más guapa, como el macho alfa de la manada, después de haber derrotado a sus rivales, se aparea con la loba más esbelta. La misoginia por lo tanto suele aparecer en hombres que se consideran a sí mismos perdedores, que sienten un íntimo complejo de inferioridad. Se ven postergados en la preferencia y los gustos de las mujeres, y se vengan de ellas odiándolas y despreciándolas. De este modo, la misoginia viene a ser un castigo que el perdedor (quiero decir, el que se siente perdedor) se impone a sí mismo. Para un hombre, no poder amar a las mujeres tiene que ser un suplicio.

Esta obra señala hacia aquellos lugares lúgubres de la sociedad para advertir sobre ellos, ¿puede la literatura modificar esos comportamientos y llegar a  cambiar la sociedad?

La literatura puede contribuir a que la sociedad cambie. Cualquier libro puede modificar el pensamiento del lector, su concepción del mundo y del hombre. Pero bien es cierto que los condicionantes económicos y culturales son hoy en día poderosísimos, a despecho de la falsa libertad en la que vivimos. Por ello mismo la literatura en nuestros días ha perdido capacidad de influencia. No porque las novelas sean peores o los autores menos penetrantes y audaces, sino porque los pilares de la economía neoliberal están profundamente asentados en nuestra psique.

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En algún que otro momento, Íñigo y Laura aparecen como caricaturas propias de lo grotesco, se presentan ante el lector como esperpentos. ¿Herramienta eficaz para cuestionar los valores de nuestro presente?

Espero que sí. Sobre todo Íñigo aparece como un individuo un poco ridículo, por más que lea a Schopenhauer y quiera superarse a sí mismo. Yo lo veo como un producto, una víctima de la sociedad actual. Está lleno de sueños incumplidos, cargado de insatisfacción. Su ansia de placer lo domina. En este sentido es inmaduro. La inmadurez es bajo mi punto de vista otra nota distintiva de la sociedad actual. La economía necesita ciudadanos llenos de deseos insatisfechos, para que consuman sin freno. Si te paras a reflexionar, te conviertes en enemigo del producto interior bruto.

¿Cuánto de derrota moral encierra la historia entre Íñigo y Laura?

Ambos personajes provienen de un mundo derrotado. Ellos mismos han tocado fondo, su cabeza está enferma. Por más que el protagonista se conozca a sí mismo, no logra cambiar. Le faltan fuerzas para cambiar de mentalidad y, lo que es más importante, de actitud. Sólo al final de la novela consigue romper sus barreras mentales. Por ello mismo, creo que no es una novela pesimista. Pese a que Íñigo nos dé unas veces lástima y otras, rabia, sigue siendo un héroe. A su manera, no deja de luchar.

En cierto modo, es como si retrataras el tratamiento de lo erótico en la sociedad actual -el miedo, la culpa, la represión-. ¿Podríamos decir de Las vacaciones de Íñigo y Laura que es un testimonio, en clave literaria, de una sociedad en relación con lo sexual?

Tal vez un retrato de un fragmento de la sociedad, pero no de la sociedad actual en conjunto; y quizá incluso suene demasiado pretenciosa esta calificación de «retrato de un fragmento de la sociedad». Pienso que el personaje Íñigo es actual como individuo obsesivo con tendencia al comportamiento patológico. Pero su particular relación con el sexo no sé hasta qué punto es característica de la sociedad actual. Sí creo en todo caso que la liberación sexual de la mujer (y del hombre, que van unidas) se produjo en España demasiado rápido. Quizá tuvo bastante de fachada.

Otro gran aspecto de Las vacaciones de Íñigo y Laura es el tratamiento del silencio que casi irrumpe como motor narrativo de la historia, sostiene la acción –o no acción- de los personajes. ¿Cómo trabajaste este asunto?

El silencio a menudo dice mucho más que las palabras, sobre todo si tiene lugar en un matrimonio. Puede denotar distancia o proximidad, según los casos. El silencio de Laura en la novela adquiere significado en el último capítulo. Íñigo habla más que ella porque es un hombre intranquilo.

En el libro muestras, con maestría, uno de los grandes logros del capitalismo, la relación entre sexo y consumo. ¿De qué te has servido para trabajar este asunto?

El consumismo debemos verlo como síntoma de una sociedad enferma. Para comprar tantas cosas en nuestra vida diaria tenemos que ser muy conscientes de nuestros deseos, del más grande al más pequeño. Conocemos bien las demandas por ejemplo de nuestro paladar, si le apetece un yogur de fresa, unas aceitunas, una Coca Cola o una galleta con Nocilla. Vivimos pendientes de nuestros deseos. ¿Qué mayor deseo que el apetito sexual? En este sentido, las primeras novelas de Houellebecq acertaron con el diagnóstico.

Nietzsche y Schopenhauer se cuelan por entre las páginas que conforman tu obra. ¿Por qué estos autores y no otros?

Nietzsche aparece en realidad de manera anecdótica. Schopenhauer se cuela a través de su obra principal: El mundo como voluntad y representación, que está leyendo el protagonista. Schopenhauer es el contrapeso filosófico de la obsesión que perturba a Íñigo. El filósofo alemán recomienda a nuestro héroe que haga lo contrario de lo que hace: que se olvide de buscar la felicidad en la satisfacción de los placeres. Íñigo no le hace caso, por más que le dé la razón.

La mirada del lector es determinante para Las vacaciones de Íñigo y Laura, es decir, la historia no se recibe igual si quien sostiene el libro es hombre o mujer. ¿No te concede cierto miedo esa perspectiva de género?

El autor que tema al lector está perdido. Uno debe escribir como si estuviera solo en el mundo.

A modo de cierre, ¿qué esperas aportar con Las vacaciones de Íñigo y Laura?

Honestidad intelectual y espiritual, que hacen mucha falta.

Se define como escritora, crítica y agitadora cultural. Es miembro del consejo editorial de la revista universitaria de cultura de la Universidad de Málaga. Colabora con medios digitales e impresos. Sus cuentos y poemas han aparecido en diversas antologías.

Nació en Madrid en 1974. Finalizada la carrera de Derecho, viajó por Latinoamérica y residió temporalmente en Estados Unidos. Además de trabajos periodísticos enEl Mundo Metro Madrid, ha publicado el libro América en el espejo, en el que recoge sus impresiones de viaje. En 2006 aparece su novela El esqueleto de los guisantes (Caballo de Troya, 2006), que recibió especial atención de los medios culturales y literarios, Las vacaciones de Íñigo y Laura es su segunda novela.

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Sobre Cristina Consuegra:

Se define como escritora, crítica y agitadora cultural. Es miembro del consejo editorial de la revista universitaria de cultura de la Universidad de Málaga. Colabora con medios digitales e impresos. Sus cuentos y poemas han aparecido en diversas antologías.

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