Guido Crepax o la fuerza del sexpop
Por Andrea Letiret
La primera vez que algo impreso me excitó fue un cómic de Crepax. Durante mucho tiempo me sentí culpable y lo mantuve en secreto. Mis amigas en esa época no hablaban todavía de estas cosas y las pocas que lo hacían era de actores y cantantes. Siempre es raro y perturbador el despertar del sexo, pero mucho más hacerlo con dibujos. Hace poco leí aquí, en micro-revista, que el ilustrador de las portadas de Santana se había iniciado en el onanismo viendo cuadros de Ingres. Me tranquilizó, me reconcilió con mi pasado y me pareció mucho más sofisticado y elegante que alimentar fantasías con efímeros ídolos de adolescentes.
Guido Crepax nació, vivió y murió en Milán y es el dibujante que mejor ha sabido captar el erotismo femenino. Ha habido grandes dibujantes de mujeres, curiosamente la mayoría de ellos italianos: Guido Buzzelli, Franco Saudelli, Leone Frollo, el mismo Hugo Pratt, Massimo Rotundo, Tanino Liberatore y el gran Milo Manara. Unos han sido elegantes, otros perturbadores, algunos sinuosos y la mayoría voluptuosos y sensuales, pero solo Crepax lo ha tenido todo. Nadie como él ha sabido captar la quintaesencia de la mujer.
Descubrí a Crepax hurgando en las estanterías de mi hermano mayor que era muy aficionado al cómic. Un día que estaba aburrida y buscaba algo para entretenerme me encontré con varios que se había traído de un viaje a Roma. Se llamaban Linus, como el personaje de las tiras de Peanuts. Charlie Brown me encantaba y me hacía gracia leer a Snoopy en italiano. En aquellas páginas, mezclado con Carlitos, Krazy Kat y Popeye, apareció ante mis ojos Valentina.
El impacto fue brutal. Ante mi tenía la mujer más sexy y elegante que había visto nunca. Era el prototipo de la mujer ideal. Independiente, moderna, sobrada, elegante, estilosa, decadente, guapa y con un cuerpo perfecto moldeado con trazos de tinta.
Pero no solo ella, todo su universo también era así. Los coches, las habitaciones, los edificios, los demás personajes, todo lo que salía de la mano de Crepax era un salto estético hacía el futuro.
No entendía nada de lo que decían ni lo que pasaba en aquellas historias, pero me daba igual, que fuera en italiano lo hacía más sofisticado aún. Lo importante eran los trajes, la composición de las viñetas, Valentina misma en mil posiciones, vestida y desnuda, sola y acompañada.
Valentina Rosselli me llevó a descubrir a Louise Brooks y comprobar que la elegancia venía de mucho más atrás, que siempre ha existido y la antorcha se ha ido pasando de mano en mano y de generación en generación. Unos la han mantenido encendida y otros como Crepax la hacen más intensa y brillante.
Ya tenía claro como quería ser de mayor, quería ser Valentina. No solo era mi fantasía, era mi modelo, el espejo en el que mirarme, la guía para ser y estar. Durante mucho tiempo llevé el mismo corte de pelo que Louise, Mireille y ella, hasta que me di cuenta que Valentina era una diosa hecha mujer con una cámara de fotos en la mano y que nunca podría haber otra igual, porque no existimos dos mujeres iguales. Desde ese momento me conforme con tenerla de compañera de viaje que no es poco.
Una vez que agoté las pocas revistas y las pocas historias que tenía mi hermano, me lancé a buscar desesperadamente todo lo que pudiese encontrar de Crepax. No había gran cosa disponible y fue en El Rastro, en unos cajones de cómics de saldo, donde encontré unas revistas antiguas que se llamaban Totem que publicaba historias sueltas de mi adorada Valentina Rosselli.
El dibujo era todavía mejor porque eran mas recientes pero la gran novedad es que al estar en castellano podía entender lo que pasaba y lo que decían. Gran desilusión. Las historias y los diálogos no estaban a la altura del universo visual de Crepax. Todo me parecía demasiado simple para un dibujo tan elaborado. Historias con temas sobrenaturales, a veces de espionaje, intrigas, periodistas o detectives, pero todas tan predecibles como obvias. Al principio me entró el desanimo hasta que descubrí que sin leerlo los dibujos seguían teniendo la misma magia, o incluso más que aquellas primeras páginas en italiano.
En ese momento descubrí la grandeza de Crepax: La historia estaba al servicio del dibujo, la trama era una simple excusa para desplegar y crear un maravilloso paisaje estético.
En aquellas páginas Crepax me llevó mucho más allá de un simple viaje al erotismo, me llevó a descubrir el pop art, el interiorismo, la moda, la arquitectura, el fetichismo, el diseño, el bondage, el estilismo y lo más importante, una actitud en la vida.
¿Qué importaban las historias? La belleza del camino era más importante que el destino.
Eran los dibujos de Crepax, su mundo gráfico, lo que me había hecho soñar, lo que me había mostrado super mujeres fuertes e independientes rebosantes de sensualidad y glamour.
Crepax es un creador de mundos y de sensaciones, no un narrador. Él te despierta, te sacude y te empuja a que tú misma te construyas en el mundo real tu propia aventura.
Esa es la gran fuerza de Crepax, el poder del sex pop.
Esta noche, antes de dormir, volveré a llamar a la puerta del apartamento de Valentina esperando que abra la puerta, me invite a pasar, me coja de la mano y me lleve a rincones secretos que solo ella conoce.
Sobre Andrea Letiret:
Andrea Letiret es licenciada en periodismo y especialista en arte erótico. Ha sido ilustradora, redactora publicitaria y corresponsal en varias agencias de noticias. Actualmente ha montado un taller permanente de escritura y dibujo para niños. Expone sus odios y filias en https://www.facebook.com/DivinoDesatino
Hola Andrea. Me resulta encantador encontrar una mujer apasionada de Crepax, es extraño, fascinante supongo.
Pase a dejarte el siguiente comentario: no prejuzgues a Crepax como narrador, Valentina es una obra muy basta, y muchas de las historias son mas sofisticadas de lo que comentas, o surrealistas… pero no solo hizo Valentina, sus adaptaciones de HIstoria de O, y Drácula (por mencionar solo 2 entre muchas) son verdaderas proezas de la narrativa gráfica, en dónde mediante increíbles diseños de página Crepax aporta enormes cantidades de información y matices psicológicos y emocionales en la historia… para muchos, y me incluyo, Historia de O es la mejor obra pornográfica que se ha hecho nunca en cualquier medio… te recomiendo fervientemente si es que te cautiva el arte erótico y este genio en particular, te va a encantar…