Warning: Constants may only evaluate to scalar values in /furanet/sites/microrevista.com/web/htdocs/wp-content/plugins/easy-fancybox/easy-fancybox.php on line 40

Warning: array_key_exists() expects parameter 2 to be array, string given in /furanet/sites/microrevista.com/web/htdocs/wp-content/plugins/easy-fancybox/inc/class-easyfancybox.php on line 208

Warning: Illegal string offset 'classic' in /furanet/sites/microrevista.com/web/htdocs/wp-content/plugins/easy-fancybox/inc/fancybox-classic.php on line 303

Warning: Illegal string offset 'classic' in /furanet/sites/microrevista.com/web/htdocs/wp-content/plugins/easy-fancybox/inc/fancybox-classic.php on line 309
¿Hay alguien con quien compartir?

¿Hay alguien con quien compartir?

Por Natalia Carrero

Sonrío mientras leo el correo electrónico que me envía Emilio desde su puesto de trabajo en la tercera planta de la sede de su empresa de dos mil trabajadores que está sufriendo reducción de personal. Hoy Emilio tiene resaca y no puede trabajar. Es lo de menos. Ayer supo que pronto también le tocaría a él.

Me remonto dos años en esta historia empresarial: Hubo una convención interna. Habló el presidente. Realizó un discurso, buen precalentamiento para los canapés que nos aguardaban. Vino a decir que XXX (así mantengo el anonimato) era un modelo de empresa impermeable además de sólida. La crisis por fortuna no llegaría a tocar su sistema de crecimiento tan equilibrado a lo largo de tantos años. Se trataba de una estructura firme y de materiales nobles desde la cimentación. Todos los presentes aplaudimos. A continuación no quedó más remedio que celebrarlo.

Ahora cuento en cámara lenta: La camarera trae una bandeja de golosinas etílicas. Los socios, los ingenieros, los arquitectos; por un momento los atisbo atraídos por la potencia de ese imán. Todos parecen frecuentar el mismo taller de belleza, tal es su similitud. De pronto las camisas de la mayoría masculina se me confunden unas con otras, se funden de tal modo que en la penumbra de la sala pierdo de vista a Emilio y ya solo veo una gran camisa milrayas de cuello rígido con sobredosis de apresto. Qué soledad me invade; me reduzco y pierdo toda definición, apenas soy frente a esa gran masa humana armada de adjetivos seguros, óptimos, perdurables. ¿Hay alguien con quien compartir esta desdicha?

carrero2

Sueño con plasmar esta sensación que también lo es de desarraigo algún día en el papel, o la pantalla, mediante palabras que lo expongan todo excepto mi vulnerabilidad, de modo que ésta quede oculta, a resguardo, bajo o tras lo que alguien dará en llamar así como así la hipocresía de la ficción, algo que no cuesta nada y todo el mundo puede hacer, claro. En una ficción no hipócrita quiero vivir, en lugar de en este barrio de nueva construcción, con charcos llamados piscinas y toboganes no estrenados en el jardín, tan cerca de la empresa XXX en la que Emilio pronto dejará de trabajar, que a diario recibimos durante unas horas la sombra de su edificio alargado.

Desde un ordenador de esa sombra ha sido escrito el correo que acabo de leer. Emilio dice que no hay más noticias; aumenta el soplo de que también a él las tijeras amenazan.

Nos resistíamos a dar por comenzada nuestra vida en la que hubiéramos preferido seguir divirtiéndonos, cuando de pronto se anuncia una especie de sentencia. ¿Tendremos que salir de este piso de cien metros cuadrados, y empezar a conocer las condiciones más exigentes de la intemperie, de superficie infinita? Miro por la ventana el tobogán y la piscina. No, lo que estoy mirando son las hojas secas que los decoran; color canela, color castaña, color tierra de bosque, que a veces puede resultar acogedora. Emilio y yo también caeremos. ¿Será ahí donde dormiremos?

Share Button

Sobre Natalia Carrero:

Nació en Barcelona. Ha publicado dos novelas en la editorial Caballo de Troya, la primera se titula Soy una caja (2008) -ha sido traducida al inglés- y la segunda Una habitación impropia (2011). En ambas demuestra un mundo propio, tan intimista como perturbador.

.

Comentario

  1. 08/11/2013 at 09:24 · Reply

    Nos rodea la ansiedad. Económica, social, moral, ética, y las palabras pierden fuerza, porque también necesitan una dosis de endorfinas. ¿Se acaba el artificio de la vida que hemos aceptado? Seguro que no. La farsa continuará, y continuará, mutante o imitante. ¿Entonces? Compartir, lo que tú dices, puede ser la solución. Yo lo hago fatal, esa palabreja que simboliza el hado, el destino.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Realice la operación de verificación * Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para el uso de este recurso.

ACEPTAR
Aviso de cookies