La fiesta ha terminado. Apuntes dispersos sobre el fin del libro

Por Recaredo Veredas

El libro en papel agoniza. Nunca morirá, pero su presencia será residual. Algunos apuntes dispersos sobre el tema:

*Hace 14 años estudié en la Escuela de Letras. Benet y Handke aún estaban en los altares. Dos escritores que ya no compra casi nadie y que dentro de veinte años solo leerá algún doctorando. El claustro pretendía que, como ellos, nos situáramos por encima del lector. Con soberbia. Pero el lector ya no tiene tiempo para bobadas. Me ha costado años desintoxicarme.

*En aquella época El País contaba con un suplemento de libros. Se llamaba así, Libros. Era temido. Ahora Babelia apenas publica reseñas y la crítica es pasto de blogs cuya repercusión en librerías es nula. La crítica avanza hacia la insignificancia. A día de hoy solo sirve para engordar el siempre enorme ego de los autores.

*El libro de papel como objeto de consumo masivo está acabado. Los editores esconden la cabeza bajo la tierra, pero los viejos lectores mueren y los jóvenes piratean o, en su inmensa mayoría, juegan a la play.

*Con el libro electrónico puedes comprar desde el sofá a las dos de la mañana. Domingos incluidos. Y leer las primeras páginas sin que un librero te mire por encima del hombro. Sus ventajas son invencibles. La apelación al olor del papel es una memez, con el mismo futuro que los chisporroteos de la aguja del tocadiscos. Además el libro electrónico admite el pirateo. Y el pirateo de libros es imparable. El único libro en papel que sobrevivirá es el de lujo, aquel que pueda regalarse con orgullo. Atalanta ejemplifica a la edición con futuro: objetos caros, bien editados y perdurables.

*El libro es inflexible. No puede escribirse una obra digital sobre papel. La narrativa postmoderna resucitará cuando halle un formato adecuado, que permita hipervínculos infinitos. Foster Wallace ha muerto, aburrido de sí mismo. Pynchon escribe clarito, clarito. Incluso Manuel Vilas se ha pasado al realismo.

*La narrativa que aspire a sobrevivir debe ser nítida y ágil. No es lo mismo nítida que estúpida. Quien se lo ponga difícil al lector fracasará, porque el lector solo se esfuerza por lo que le regale una rentabilidad inmediata.

kindle

*Cualquier obra narrativa que aspire a ser leída debe prescindir de la concentración y asumir una lectura entrecortada por los whatsapp y las redes sociales.

*Copiar a las series de televisión carece de sentido. La televisión siempre vencerá. Sin embargo, Mad Men, Los Soprano, Breaking Bad, Juego de Tronos y demás ralea definen el futuro de la narrativa. Nitidez, inteligencia, rebeldía dentro de la convención. El espectador quiere -anhela- sentirse inteligente.

*La ficción pura agoniza. Las historietas son eso, historietas. Triunfa el yo, la verdad.

*El éxito literario carece de relevancia social o económica. El éxito literario es un fracaso, salvo excepciones, irrelevantes desde una perspectiva estadística. Así que escribe con libertad, porque te van a leer los mismos.

*El onanismo mental, que nació en el modernismo y durante décadas ha definido el canon de calidad, está acabado. Narrar en cien páginas lo que puede contarse en un párrafo es un fracaso. La nueva belleza es la síntesis. Kafka lo sabía. Kafka es Dios.

*La narrativa joven no le interesa a casi nadie. Ni siquiera a los jóvenes, que no tienen mayor interés en contemplar sus miserias, ni en indagar en su voluble naturaleza. Quieren divertirse y ganar dinero. No les critico. Lo contrario sería suicida. La rebeldía juvenil solo llamará la atención si apuesta por el salvajismo (controlado, pero salvaje), si traspasa los límites de la corrección sin caer en el caos.

*Los cursos de creación literaria languidecen. Los antiguos maestros apenas convocan a dos alumnos. Sin embargo el público acude en masa a clases de meditación, yoga, bordado, cerámica o cup cakes. Necesitan paz, no llenarse la cabeza con conceptos que consideran inútiles.

*Gracias a Amazon dentro de menos de una década habrá más escritores que lectores.

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Sobre Recaredo Veredas:

Licenciado en Derecho. Máster en Edición. Reseñista en numerosos medios, como Quimera, ABC, The Objective, Política Exterior o Qué Leer. Profesor en la Escuela de Letras. Fundador, junto a otros, de Culturamas y creador de micro-revista. Autor de los libros de relatos Pendiente (Dilema Nuevos Narradores, 2004) y Actos imperdonables (Bartleby, 2013), del manual Cómo escribir un relato y publicarlo (Dilema, 2006), del ensayo No es para tanto (Silex, 2019), de los poemarios Nadar en agua helada (Bartleby, 2012) y Nadar en agua helada (Bartleby, 2019 y de la novela Deudas vencidas (Salto de página, 2014).

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