Mi vida mal dibujada

Por Sofía Amechqar

Mi vida mal dibujada. Gipi. Editorial Sins Entido. Madrid, 2009.146 páginas, 18,05 €.

Mi vida mal dibujada es un tebeo autobiográfico escrito y dibujado por Gipi, nombre por el que se conoce al italiano Gianni Pacinotti, que él mismo se define como “creador de cómics y cortometrajes tontos”, autor entre otros de Apuntes para una historia de guerra y S.

A diferencia de otros grandes autores del género autobiográfico como Alison Bechdel en Fun Home o David B. en Epiléptico. La ascensión del gran mal, Gipi prefiere no usar la cronología como eje principal de su historia. Su espina dorsal, el centro nervioso de su historia gira alrededor de dos fuertes emociones: el miedo y el amor. En exceso uno y en defecto el otro. Y a su alrededor la locura, los complejos, la enfermedad, la muerte, los fantasmas.

Y los piratas.

Hablemos de los piratas, porque en ellos está la clave. Gipi intercala espaciadamente un relato de piratas, barcos, prisioneros, isla desierta e indígenas pintado en acuarela entre las páginas en blanco y negro de su propia historia. El uso de esta técnica no es simplemente para diferenciar un relato de otro, con ella el autor quiere resaltar una frente a la otra. Y es que la historia de los piratas es una manera posiblemente más estructurada, menos atropellada, que tiene de hablar de su vida. Una vida que se balancea en la contradicción inseparable entre la seca existencia de un pirata sin alma, un muerto viviente, y el deseo de un simple prisionero al que han perdonado la vida de enamorarse.

Ver los dibujos que crea Gipi es ver ya parte de su vida. La cuenta tal y como dibuja: de forma descuidada, con líneas imprecisas que tienen pulso propio, amenazando en cualquier momento con rebelarse y salirse de donde les corresponde estar. Es justamente esa imprecisión lo que logra que sus dibujos parezcan moverse en el papel, como si tuvieran alma. Pero toda esa falta de firmeza es apariencia: esas simples líneas son una boca que sonríe como nunca antes habías visto, esas otras dos son los ojos de un chaval completamente asustado.

Al igual que el tebeo comienza con una visita al médico por un problema físico al que nadie encuentra solución, hacia el final del mismo aparece una frase reveladora en un pasaje donde el protagonista está aprendiendo a nadar: “Lo importante es sentir cómo fluye el agua, no poner resistencia”.